La república de la virtud y los derechos humanos

AutorOmar Cairo Roldán
Cargo del AutorProfesor de Derecho Constitucional de la Pontifica Universidad Católica del Perú
Páginas279-296

Page 279

I Introducción

La crisis política que vive el Perú suele ser calificada como un estado de anomia social que exige encontrar respuestas. En un reciente artículo, el profesor Eduardo Hernando Nieto afirma que la causa de esta crisis es la «permanente presencia de un estado de naturaleza mecanicista con libertades absolutas que han hecho imposible la identificación de una cultura y de valores políticos y que han prolongado nuestra existencia como una colectividad políticamente polarizada.»1. Frente a este problema, el profesor Hernando muestra la existencia de dos alternativas: el Page 280 estado constitucional o el modelo republicano, y elige esta última opción. La salida consistiría, en consecuencia, en abandonar la ilusión de la democracia constitucional y, en lugar de ella, edificar una República - inspirada en las ciudades italianas del Renacimiento, en la República inglesa del siglo XVII, y en las colonias británicas en Norteamérica durante el siglo XVIII2 - sustentada en las obligaciones naturales, como el patriotismo o el deber de protección hacia los hijos o padres, y que antepone la obligación al derecho3. Esta construcción - según explica - debe estar a cargo de un «grupo de agricultores de la mente y el alma» que puedan dirigir el proceso, conduciendo a todos los ciudadanos hacia los valores de la virtud cívica, las tradiciones culturales nativas y del cristianismo4.

En el presente artículo, intentaremos examinar algunos elementos del «modelo republicano» propuesto para nuestro país por el profesor HERNANDO. También explicaremos las razones de nuestra apuesta en favor de la instalación en el Perú de un estado constitucional al servicio de los derechos de las personas. Page 281

II Las «libertades absolutas» y los derechos humanos en el Perú

Es frecuente que, cuando se afirma que la respuesta a la crisis política peruana no se encuentra en el estado constitucional, se cuestionen los supuestos básicos de este sistema. Uno de ellos es la idea de los derechos humanos. Así, para explicar porque el «institucionalismo constitucional» no es el camino para salir de la anomia nacional, el profesor HERNANDO afirma que - en el contexto de la existencia de unas libertades individuales absolutas - la expansión de una «ideología como la de los derechos humanos que trataba de dar legitimidad a las demandas de las personas no importando su posición social dentro de la colectividad»5 fue un elemento que generó el descalabro del Estado en el Perú. Si esta afirmación corresponde a la realidad, resulta difícil no aceptar que el estado constitucional ha fracasado en el Perú y que es necesario empezar a caminar hacia una República de la virtud construida «exclusivamente a través del refuerzo de las obligaciones cívicas (naturales) antes que la exaltación de las libertades o los derechos»6. Sin embargo, la historia peruana nos ofrece un panorama totalmente distinto.

El estado constitucional ha estado ausente de la vida política nacional durante casi todo el siglo XX. Page 282 Una rápida revisión demuestra que hemos vivido gobernados por caudillos civiles y militares y que los breves intentos de establecer instituciones constitucionales fueron rápidamente estropeados. Así, entre 1919 y 1930, Augusto B. Leguía, dictador civil - proclamado «Maestro de la Juventud» en 19187 -, prometió convertir al Perú en una Patria Nueva. Su derrocamiento en 1930, dio paso a una nueva dictadura encabezada por el general Luis M. Sánchez Cerro. En 1933, el mariscal Oscar R. Benavides recibió la Presidencia y, a partir de 1936, asumió la totalidad del Poder Legislativo. Años después se inició una experiencia democrática con la elección del Presidente José Luis Bustamente y Rivero, para el período 1945-1951. Sin embargo, este intento culminó en octubre de 1948, mediante el golpe de Estado realizado por el General Manuel A. Odría, quien gobernó hasta 1956. El gobernante que lo sucedió - Manuel Prado Ugarteche - fue derrocado en 1962, por una Junta Militar que duró hasta 1963. Este año, Fernando Belaunde Terry fue elegido Presidente para el período 1963-1969, pero un nuevo golpe de Estado puso fin a su mandato en 1968. El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (nombre que se colocó esta nueva dictadura) condujo políticamente al Perú durante los siguientes 12 años. Finalmente, una Constitución aprobada en 1979 entró en vigencia en 1980 y, conforme a sus reglas, fueron Page 283 elegidos 3 presidentes: Fernando Belaunde (19801985), Alan García (1985-1990) y Alberto Fujimori (1990-1995). El mandato constitucional de Fujimori no concluyó, pues en 1992 se convirtió en una dictadura, encabezada por él mismo, que se derrumbó en setiembre del año 2000.

No es real, por lo tanto, que el Perú haya vivido un régimen de libertades absolutas y expansión de los derechos humanos. Al contrario, los derechos humanos fueron intensamente agraviados por los gobiernos autocráticos descritos. Incluso se llegó a cuestionar su validez como elemento indispensable de la vida política nacional. Así, por ejemplo, para defender al Estado frente al reclamo insistente formulado contra las violaciones a estos derechos perpetradas por la dictadura de Fujimori, se presentaron respuestas de todo tipo, inclusive académicas. «No creo en una verdad absoluta y para siempre, llámese derechos humanos o lo que fuera», dijo Fernando de Trazegnies8, mientras que Francisco TUDELA sostuvo que «un fanático de los derechos humanos no es diferente de un fundamentalista religioso o político.»9 Page 284

La expansión de la idea de los derechos humanos y de las libertades, elementos fundamentales del Estado Democrático Constitucional, no puede ser, en consecuencia, la causa de la anomia social existente en el Perú.

III La república de Oliverio Cromwell

Una fuente de inspiración del modelo republicano propuesto por el profesor HERNANDO para el Perú, es la República inglesa del siglo XVII, es decir, el gobierno que presidió Oliverio Cromwell en Inglaterra entre 1649 y 1658. Por eso resulta conveniente recordar, brevemente, como funcionó este régimen.

En principio, Cromwell asumió el ejercicio del poder político luego del fin de la guerra civil que enfrentó a la Corona y al Parlamento entre 1642 y 1649. Esta contienda culminó con la derrota de la monarquía, pero con el poder en manos del ejército. Así, el Parlamento Largo que declaró a Inglaterra como República Libre (Commonwealth) fue disuelto el 22 de abril de 1653 por el líder guerrero Oliverio Cromwe-ll10. En junio de ese mismo año, Cromwell convocó una pequeña asamblea - Parlamento de Barebone o Pequeño Parlamento - la cual el 12 de diciembre de Page 285 1653 se declaró disuelta y dejó en sus manos la suma del poder11. A pesar de haberse dictado una norma denominada «Instrumento de Gobierno», a partir de ese momento la dictadura se convirtió en un hecho irrebatible12. Esta experiencia autocrática concluyó dos años después de la muerte de Cromwell (en 1658), cuando su hijo fue obligado a dimitir en 1660, y se restauró la monarquía en Inglaterra.

Según describe E.L. Woodward,, durante la vigencia de esta República «el poder de Cromwell se apoyaba sólo en el ejército fuera del cual no existía ninguna lealtad tradicional a la que pudiera apelar»13. Admitimos que es posible que alguien crea que esta es una opción válida para el Perú, pero es imposible presentarla como una alternativa distinta para nuestra vida política nacional, pues nuestro siglo XX ha estado poblado de dictaduras militares.

IV Las repúblicas de la virtud en América Latina

Dentro de los componentes del «modelo republicano» propuesto por el profesor Hernando se encuentra Page 286 el rechazo a la expansión de la ideología de los derechos humanos14. Consecuentemente, desde este «republicanismo» se afirma que hay que anteponer las obligaciones - en beneficio de la patria (el patriotismo) o de la revelación - frente a los derechos. Resulta, entonces, suficientemente claro el contenido nacionalista y religioso de este modelo que, aunque novedoso para el Perú, constituye una dolorosa tragedia ya vivida por dos países latinoamericanos: Argentina y Chile. En ambos casos, sus defensores lo presentaron como una camino de salida frente a la anarquía. Recordemos cada una de estas experiencias.

IV 1 «La civilización occidental y cristiana»: Argentina (1976-1983):

En marzo de 1976, los argentinos vivían una situación dramática. La violencia política era protagonizada por grupos organizados de diversas tendencias, como los «Montoneros», el «Ejército Revolucionario del Pueblo» y la organización parapolicial denominada Alianza Anticomunista Argentina. El 23 de junio de 1976, el diario «La Opinión» (bajo el titular «Una Argentina inerme ante la matanza») afirmaba que, desde el 25 de mayo de 1973 hasta ese día, se habían producido 1358 muertes15. Cuatro días antes, el mismo diario Page 287 había revelado que en Argentina, por causas políticas, cada cinco horas había un asesinato y cada 3 horas detonaba una bomba en algún lugar16.

Esta circunstancia quizás explique el hecho que, cuando la Junta Militar presidida por el Teniente General Jorge Rafael Videla, e integrada por el Almirante Emilio Eduardo Massera y el Brigadier Orlando Ramón Agosti, derrocó a la Presidenta María Estela Martínez, la población respondiera con expresiones de aprobación y alivio.17 El 24 de marzo de 1976, ellos iniciaron el denominado «Proceso de Reorganización Nacional» que prometió acabar con el caos en Argentina.

La dictadura militar duró hasta 1983. Durante su vigencia, el régimen inició una represión que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR