Vaticano, según Coya: una entrevista a Hugo Coya.

AutorS
CargoLibro de periodista sobre el narcotraficante Demetrio Ch

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Te has convertido en un periodista escritor. ¿Cómo te sientes? Primero, abrumado, porque en realidad, como cualquier periodista, había escrito crónicas y artículos pequeños, pero emprender la aventura de hacer un libro son palabras mayores. Cuando realicé la primera investigación sin objetivo de publicarla, Estación final, me costó mucho poder ensamblar los capítulos y no pensé en realidad que tuviera la repercusión que tuvo; no solo a nivel de ventas, sino también los comentarios y los elogios que vinieron con el libro, que animaron a la editorial a pedirme un segundo libro. No me hallo todavía con la definición de escritor; considero que es una palabra demasiado grande para una persona que recién está comenzando. Sí he descubierto que me gusta escribir, disfruto más escribir que muchas de las otras actividades que realizo actualmente.

Hay una fuerte dedicación a la investigación en los dos libros. ¿Cuál fue tu método de investigación periodística?

En el caso de Estación final, como no había la ambición de hacer el libro, fui desarrollándola a través de métodos heterodoxos. Por un lado, la investigación tradicional de ir a los archivos, de revisar bibliotecas, de sumergirme en registros, y luego el trabajo en redes sociales, que fue el momento en que yo sentí que los métodos tradicionales no me ayudaban para avanzar en la investigación. Si las nuevas tecnologías como el Twitter o el Facebook se utilizan para decir cosas tan

tontas, ¿por qué no usarlas para buscar información? Es decir, las personas que son mis contactos también me pueden ayudar. Y de hecho, así desarrollé la investigación de Estación final: pude determinar la identidad y el pasado de todas estas personas que fueron las veintitrés víctimas peruanas del holocausto.

En el caso de Polvo en el viento, la diferencia es que todos los protagonistas están vivos, o la gran mayoría. Ahí tenía la información de fuente directa: libros, documentos, por lo que la investigación ha sido más fácil.

Al estilo de Truman Capote ...

La comparación con Capote es absolutamente generosa, pero ni siquiera llego al uno por ciento de lo que pueda haber hecho él. Era diferente el acercamiento.

Pero hay una similitud tremenda: tú y él van a la cárcel, se ganan la confianza de alguien a quien no conocen para que les cuente todo.

Creo que Truman Capote tuvo que trabajar y convencer un poco, irse ganando paulatinamente la confianza del personaje, para que le fuera contando las cosas que necesitaba. En mi caso, yo comencé con el llamado de los abogados de Vaticano para darme la entrevista. El desconfiado en realidad era yo, y tenía que verificar muchas de las cosas que me dijo; tenía que ver si eran ciertas, había que contrastarlas. Mucha información que él me dio no la he incluido en el libro porque no he podido verificar su autenticidad. He tratado en lo posible de mantener la veracidad en todo momento, porque no es una novela sino una investigación periodística. Por ejemplo, Vaticano me habló acerca de unos militares y civiles que colaboraron con él. Me dio la información y yo no pude entrevistar a esas personas por distintas razones, y tampoco encontré ningún documento que avalara que la situación que él me describió realmente existió. No digo que haya mentido, pero como periodista no puedo correr el riesgo de publicar algo que no he verificado. Otro caso es el de algunas reinas de belleza que tuvieron vínculos con él. Yo no las he podido entrevistar porque se negaron o no quisieron aparecer. No he colocado la información por una cuestión de respeto y de derecho a la intimidad.

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En el caso de Vaticano hay un mundo clandestino, subterráneo, personajes que están fuera de la ley. ¿Cómo contrastar o verificar información de esa naturaleza? ¿Te has sumergido en ese mundo?

Para este libro, además de Vaticano, he entrevistado a setenta y ocho personas, incluyendo a su familia. La madre nunca había hablado, ni su padre ni sus hermanos. Hablé incluso con los vecinos, y he colocado con nombre propio a quienes entrevisté. Por otro lado, conversé con los militares y la policía; con dos de los policías que fueron responsables directos de la caída de Vaticano, que estaban obsesionados con capturarlo. Son personas que lo conocen desde sus inicios hasta el momento en que lo capturan. Ellas son fuentes primordiales

para trazar el perfil delincuencial. Una cosa que me sorprendió es que todos lo conocen como Vaticano, pero él tuvo en realidad catorce alias diferentes. Desarrolló diferentes actividades ilícitas con catorce alias distintos, justamente para no ser identificado y las autoridades no pudieran determinar quién cometió qué delito en qué momento, de manera que pasen desapercibidos. Del mismo modo, también se dirigía a sus aliados con alias distintos.

El militar que le avisó que había recibido la orden de matarlo pero no lo hizo por no considerarse un asesino, le recomendó huir. Vaticano huye y se va a Colombia, donde queda bajo la protección del cartel de Cali y luego es capturado por la presión de los...

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