Tributo al maestro: recordando a Carlos Fernández Sessarego

AutorJuan Espinoza Espinoza
CargoAbogado
Páginas11-13
11
* El reseñado fue incorporado al Consejo Consultivo de THĒMIS-Revista de Derecho en 1994 y fue nombrado miembro
honorario de la misma en 2015.
** Abogado. Magíster en Derecho por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Doctor en Derecho por
la Pontifi cia Universidad Católica del Perú (PUCP). Estudios de postgrado en la Scuola di Specializzazione in Diritto
Civile dell’Università degli Studi di Camerino. Ex presidente del Tribunal de Solución de Controversias de Organismo
Supervisor de la Inversión en Infraestructura de Transporte de Uso Público (Ositrán). Ex superintendente nacional de
los Registros Públicos. Vicepresidente de la Sala Especializada en Protección al Consumidor del Tribunal de Indecopi.
Profesor de las facultades de Derecho de la PUCP y la UNMSM. Miembro correspondiente de la Academia de Derecho
y Ciencias Sociales de Córdoba. Correo: jaespino@pucp.edu.pe.
TRIBUTO AL MAESTRO:
RECORDANDO A CARLOS FERNÁNDEZ SESSAREGO*
A TRIBUTE TO THE MASTER:
REMEMBERING CARLOS FERNÁNDEZ SESSAREGO
Juan Espinoza Espinoza**
Miembro del Consejo Editorial de THĒMIS
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Pon cia Universidad Católica del Perú
“El maestro deja una huella para la eternidad;
nunca puede decir cuándo se deƟ ene su in uencia”
Henry Adams
10.18800/themis.201901.001
Estábamos en Génova, en la región de origen de
Felicita, la nonna que in uenció tanto en la vida de
Carlos Fernández Sessarego, cuando nos dieron la
triste no cia de su par da. Al recibir la invitación
de Thēmis para hacer esta suerte de semblanza,
le pregunté a Sebas án, mi hijo, que ahora ene
diez años y que conoció al maestro en las no po-
cas ocasiones que lo íbamos a visitar a su casa en
la calle Arias Aragüez de Mira ores, cómo iniciaría
esta tarea; él me contestó, con la sencillez que ca-
racteriza a un niño, que debería escribir sobre sus
cara cterís cas sicas y su forma de ser.
Esta semblanza pretende re ejar ese lado que no
podemos ver con la lectura de un libro o de un ar-
culo; se trata, más bien, de ilustrar el aspecto per-
sonal contado por un discípulo que compar ó, en
alguna medida, un tramo de treinta y cinco años
del trayecto existencial de su maestro.
De esta manera, retrocedió mi memoria al año
1984, cuando se promulgó el Código Civil, del cual,
como con razón sostuvo Giovanna Visin ni, Carlos
Fernández Sessarego es el padre. Francesco Bus-
nelli, en alguna ocasión, lo de nió como una de
las columnas del Derecho Civil en La noamérica.
Para quien escribe estas líneas, esta excepcional
persona fue uno de esos seres besados por los dio-
ses con un talento, empa a para el público y una
crea vidad sin par. Su propio maestro, José León
Barandiarán, preguntaba “¿Qué novedades nos
traerá ahora Fernández Sessarego?”.
En 1983 nos dictó en San Marcos el Curso de Dere-
cho de las Personas (aunque nos quedamos en el
principio de orden público y buenas costumbres,
porque fue invitado a Italia) y en 1984 reincidimos
con él en un seminario de Acto Jurídico (desde esa
época ya era preocupación de la doctrina nacional
la inú l discusión de llamar, a esta categoría con-
ceptual, acto o negocio). Ese año, me invitó a ayu-
darlo, con Luz Monge, en tareas de inves gación.
Nos dio cita a su casa de la calle Jorge Basadre, en
San Isidro. En verdad, acepté la invitación con una
mezcla de orgullo, curiosidad y mucho miedo de
no colmar sus expecta vas. Nos recibió con la son-
risa que di cilmente lo abandonaba y nos dijo se-
reno que la gran ayuda que necesitaba de nosotros
era que colaboremos con él revisando los borrado-
res de la exposición de mo vos y comentarios al
libro del cual fue, precisamente, el autor: Derecho
de las Personas.

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