Metafísica y ética: la reapertura de la cuestión de la ontología del bien

AutorStephen L. Brock
CargoB. A. (Philosophy)
Páginas1-24

Page 1

1. Introducción: la ontología del bien en la "metafísica de la moral" en Kant y Hume

Para introducir estas reflexiones voy a tratar de explicar mi título. El ámbito general es claro: la relación entre metafísica y ética. He designado el objeto específico del discurso con la expresión "la ontología del bien". Con eso entiendo algo muy específico. No sería algo tan amplio como "la metafísica de la moral" o "la metafísica del bien moral". Kant, por ejemplo, tiene una metafísica de la moral, pero no tiene algo que yo llamaría una ontología del bien.

Dos son los motivos que me impulsan a afirmar esto. En primer lugar, una ontología del bien, en el sentido que le estoy dando aquí, no abarcaría solo el bien moral. Abarcaría el bien en cuanto t OO tal, el bien en común o como un todo; y lo consideraría en estrecha relación con el ente en cuanto tal, el ente común (ens commune). Se trataría de la determinación de la constitución esencial del bien, de su "qué es", o si se quiere, de su "naturaleza" o "entidad"; y, por tanto, también del lugar ocupado por el bien en la constitución del ente o del ser mismo. El bien moral sería, así, solo una -v forma particular del bien. Ciertamente habría también una ontología del bien moral, la determinación de lo que es la bondad moral y de su posición en el ser moral. Pero el bien moral

Page 2

sería solo un modo especial del bien y del ser, una aplicación de la ontología del bien a un caso particular.

El segundo punto es que el discurso de la ontología del bien sería un discurso especulativo. Sería así, en parte porque el bien en cuanto tal es más amplio que el bien práctico; y, en parte, porque la determinación de la constitución esencial de cualquier cosa, la consideración de una cosa cualquiera en su "entidad" o desde el punto de vista del ente, es una tarea especulativa -incluso cuando se trata del bien moral y práctico. También la ontología del bien moral sería un discurso especulativo. Como explicaré a continuación con mayor detalle, la determinación fundamental de la naturaleza del bien moral requeriría un punto de vista más amplio, el punto de vista del bien en su totalidad.

Ambos puntos están en contraste con la metafísica de la moral de Kant. Esta metafísica no es un discurso especulativo ni supone una ontología del bien en común. Veamos por qué.

Según Kant, la metafísica de la moral no es de orden especulativo. Se llama "metafísica" simplemente porque se trata de un ejercicio de la razón pura, la razón que considera las inteligibilidades puras, esto es, las inteligibilidades no condicionadas por la experiencia sensible. La metafísica de la moral es una ciencia no empírica, concerniente a los principios inteligibles de la moral. Pero no es especulativa porque no se ocupa de los objetos (posibles o actuales) de la inteligencia. Vale decir, no se ocupa de determinaciones dadas a la inteligencia por la intuición. No se trata, por así decir, de cosas "para contemplar". Se trata de un ejercicio de la razón, no en cuanto determinada por objetos, sino en cuanto determinante de algo, esto es, de la voluntad y de sus obras. La metafísica de la moral de Kant no pertenece a la razón que contempla, sino a la razón que ordena. Se concentra sobre las determinaciones o sobre los preceptos utilizados por la razón pura, o sea, sobre la ley moral.

Es cierto que en el interior de la parte especulativa de su metafísica, Kant tiene lo que él llama una "ontología". Ésta no es exactamente lo que yo estoy llamando ontología y que él consideraría una ilusión.1 Pero ni siquiera en el propio sentido kantiano existe una ontología del bien ni alguna ciencia especulativa sobre él.2 Esto puede sorprender, desde el momento que para Kant el bien es más amplio que el bien propiamente moral - es decir, más amplio que la buena voluntad, la voluntad conforme con la ley moral. Pero, no obstante eso, la entera consideración del bien

Page 3

permanece como algo práctico. Esto se debe a que el bien moral sería de alguna manera el bien principal, incluso el único bien en sentido pleno e incondicionado, el bien en sí. Según Kant, entonces, sería a partir del bien moral, o de la ley moral, que estamos en condiciones de captar la verdad sobre el bien en común.3 Por consiguiente, Kant no tiene una ontología del bien, sino solo una "deontología". Su metafísica del bien es una metafísica del deber. Y el deber moral sería completamente "autónomo" con respecto a los objetos del conocimiento especulativo.

Ahora bien, si lo he comprendido correctamente, la metafísica de la moral de Kant era en gran parte una respuesta a la posición aún más radical de David Hume, según la cual no existe de ninguna manera una "pura inteligibilidad" del bien, ni siquiera del bien moral. Para Hume los juicios sobre el bien no pueden ser puramente racionales; son ante todo expresiones de pasiones o de sentimientos.4 (El bien moral se referiría a lo que Hume llama el sentimiento de humanidad). Ciertamente la bondad para Hume no es una naturaleza que pueda ser "observada" o "contemplada" por la razón, algo especulativo; y ni siquiera existen preceptos o leyes dictados por la pura razón. La pura razón no es práctica. La razón es práctica solo bajo el influjo del sentimiento. De este modo, lo que Hume llama la "metafísica" de la moral es una ciencia empírica: una explicación de la generación de nuestros sentimientos típicos y, por lo tanto, de nuestras nociones morales, a partir del estudio empírico de la naturaleza humana.

Kant se encuentra de acuerdo con Hume acerca de la tesis según la cual el bien no es un objeto especulativo, algo que pueda "contemplarse"; pero rechaza la idea de que la moral pueda ser meramente empírica. Por eso, Kant ha buscado erigir una doctrina del bien moral que sería al mismo tiempo puramente racional y sin necesidad de un fundamento especulativo5 Pero por lo que respecta al rechazo mismo de la ontología del bien, Kant no sería más que un seguidor de Hume.

Page 4

Es sabido que las obras de Hume y Kant han ejercido una gran influencia. Hablando en general, durante mucho tiempo, lo que yo estoy llamando la ontología del bien ha permanecido como una cuestión cerrada en casi todas las corrientes dominantes de la filosofía moral: por ejemplo, en el mismo kantismo, en el utilitarismo, en el pragmatismo, en la moral personalista (al menos en parte), y evidentemente también en la línea "anti-moral" de Nietzsche y de sus seguidores.

Tal vez, se podría pensar que el tomismo haya sido una excepción. Pero, al menos a partir de los años sesenta, también en el interior del tomismo emergieron corrientes que afirman una fuerte "autonomía" de la moral con respecto a la ciencia especulativa y a la ontología. Por cierto, tales corrientes no niegan totalmente la presencia de una ontología del bien en la metafísica tomista. Pero insisten en que para Tomás la determinación de los principios de la moral no es tarea de la metafísica. En el mejor de los casos sería una reflexión metafísica posterior, que indaga sobre el puesto ocupado por la moral en la realidad. En el ámbito alemán, tal posición ha emergido en la obra de Wolfgang Kluxen y de sus discípulos.6 En el ámbito anglosajón existe la así llamada New Natural Law Theory, expuesta principalmente por Germain Grisez y John Finnis.7 Estos últimos insisten fuertemente en la validez de la crítica de Hume sobre la posibilidad de obtener el "deber" del mero "ser" o de hacer del bien humano y moral un hecho ante todo "especulativo".

Se puede decir lo mismo de muchos otros pensadores católicos contemporáneos. Aquí en Italia, por ejemplo, el filósofo Dario Antiseri hace un llamamiento a Hume, no solo para sostener la imposibilidad de fundar la moral sobre la metafísica, sino incluso para negar la posibilidad de una ciencia rigurosa, puramente filosófica o racional, de la moral. Para Antiseri sería solo la fe la que puede suministrar verdaderas certezas morales (evidentemente solo para los creyentes).8

Page 5

Al mismo tiempo, sin embargo, se está verificando ahora -tal vez sobre todo en el ámbito anglosajón- una decidida "reapertura" de la cuestión de la ontología del bien, tanto en el interior del tomismo como fuera de él. Es esta reapertura lo que quisiera señalar aquí, y, en un cierto sentido, incluso promover, si bien de una manera muy parcial.

Voy a hacer dos cosas. En primer lugar indicaré muy brevemente, solo a manera de información, algunos autores y obras que, en su mayor parte no son tomistas, en los que se advierte esta reapertura. Después me detendré con un poco más de extensión en Santo Tomás, buscando ofrecer una suerte de actualización concerniente al estudio de su pensamiento sobre la naturaleza del bien. Si me concentro sobre todo en Tomás, es en parte para no salirme demasiado de los límites de mi competencia específica; pero también porque me parece obvio que Tomás tenga que ser uno de los interlocutores principales en la discusión de este tema. Concluiré haciendo emerger alguna implicación con respecto a la doctrina moral. En ese punto voy a señalar una obra reciente que considero ha de ser muy pertinente a este discurso.

2. Los nuevos "realismos" o "naturalismos" éticos

En los últimos decenios apareció un gran número de teorías morales a las que se las califica como "naturalistas" o bien "realistas". Estos nombres son muy amplios. No siempre se trata de cosas que tengan mucho que ver con lo que yo estoy llamando "la ontología del bien". Por ejemplo, está la denominada ética neo-darwiniana. Esta sería "naturalista" solo en un sentido semejante a aquel en el cual lo es la misma moral de Hume: ofrecería una explicación de la génesis de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR