Roe a salvo

AutorRonald Dworkin
Páginas145-159
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Roe
a salvo
El fallo de la Corte Suprema en Planned Parenthood of Southeastern Pennsylvania
et. al. vs. Casey, la decisión sobre el aborto que se impuso el 29 de junio de 1992,
se reveló como una gran sorpresa, dejando boquiabiertos a muchos observadores.
Podría transformarse en una de las decisiones de la Corte más importantes de
nuestra generación, no sólo porque rearmó y reforzó el razonamiento que estuvo
detrás de la decisión de la Corte en el caso Roe vs. Wade del año 1973, según la
cual una mujer goza de un derecho constitucional a abortar hasta la instancia de
viabilidad fetal, sino porque tres de los jueces clave también rearmaron una visión
más general sobre la naturaleza de la Constitución, para cuya presunta destrucción
ellos habían sido designados. Los jueces Sandra Day O’Connor, Anthony Kennedy
y David Souter, quienes habían sido designados ya sea por Ronald Reagan o George
Bush, y dos de los cuales habían expresado reservas sustanciales en el pasado acerca
de Roe vs. Wade, acompañaron a los dos jueces restantes, Harry Blackmun y John
Paul Stevens, brindando un fuerte respaldo a Roe. Pero los tres jueces nominados
por Reagan y Bush también votaron para mantener ciertas regulaciones sobre el
aborto que los grupos que abogan por la libre decisión consideran deplorables, y
que los jueces Blachmun y Stevens, en votos separados, decidieron revocar.
Aunque existen buenas razones para estar en desacuerdo con algunos tramos
de la decisión de los tres jueces mencionados, tal como bien reconocen Blackmun
y Stevens, sería equivocado subestimar la importancia que tiene para las mujeres

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