Roe en peligro

AutorRonald Dworkin
Páginas55-74
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Roe
en peligro
Ninguna decisión de nuestro tiempo ha despertado tanta conmoción públi-
ca, emoción y violencia física, como así tampoco tanta crítica profesional
despiadada, como la decisión de 1973 de la Corte Suprema en Roe vs. Wade, que
declaró, por una mayoría de siete contra dos, que las mujeres tienen un derecho
constitucionalmente protegido al aborto en las fases tempranas del embarazo1. En
los años que le siguieron, grupos de antiabortistas y políticos conservadores han
militado con resuelta convicción en pos de revertir esa decisión. Ellos han propuesto
sin éxito aparente una serie de enmiendas constitucionales, han promocionado
proyectos de ley exigiéndole al Congreso la defensa de la vida del feto desde la
concepción, han convencido al Presidente Reagan para que nomine jueces anti-
abortistas en las cortes federales, han solventado campañas políticas monocordes
en contra de candidatos que apoyan el derecho al aborto e incluso han llegado a
intervenir y bombardear clínicas abortivas2. El público en general está dividido de
diverso modo y sobre diversos aspectos del fenómeno en cuestión. Una encuesta
nacional de Los Angeles Times reportó que el 61% de los norteamericanos piensa
1 Sostuvo que los abortos no podían penalizarse si se practicaban durante el primer trimestre de
embarazo, pero que sí podían penalizarse antes de que el feto se volviese viable, sólo cuando fuese
necesario para proteger la salud de la madre.
2 Para una discusión general sobre el carácter y efecto de la controversia, véase Jane Maslow Cohen,
“Comparison-Shopping in the Marketplace of Rights,” Yale Law Journal, vol. 98 (1989), p. 1235.
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que el aborto es moralmente incorrecto —el 57% lo ve como un asesinato— y,
aun así, el 74% cree que “el aborto es una decisión que tiene que ser tomada por
cada mujer implicada”.
La composición de la Corte Suprema ha cambiado dramáticamente desde
19733, y ahora, en Webster vs. Reproductive Health Services, el Estado de Missouri
y la administración de Bush demandan que la Corte revierta Roe vs. Wade. La
legislatura de Missouri ha promulgado un estatuto que procura disuadir abortos
a pesar de esa decisión. El estatuto, entre otras cosas, declara que la vida humana
comienza desde la concepción; requiere que los médicos, como parte de la tarea
de determinar si un feto es viable antes de la práctica abortiva, realicen costosos y
menudo irrelevantes y peligrosos exámenes; y prohíbe todo aborto en hospitales o
establecimientos médicos que utilicen recursos cuya propiedad, alquiler o control
esté en manos del Estado. Tribunales federales inferiores declararon inconstitucio-
nales estas disposiciones bajo Roe vs. Wade. Missouri apeló a la Corte Suprema,
pidiéndole que revoque esa decisión o, en caso contrario, que la restrinja de tal
modo que el estatuto de Missouri pueda ser constitucional.
El alegato oral tuvo lugar el 26 de abril de 1989, mientras manifestantes de
los dos bandos enfrentados organizaron masivas y ruidosas demostraciones afuera
del recinto. Charles Fried, quien se desempeñó como scal general durante el
gobierno de Reagan y ha retornado ahora a la Facultad de Derecho de Harvard,
defendió tanto en un escrito como oralmente el reclamo sostenido por la adminis-
tración de Bush de que Roe vs. Wade debería ser ahora descartado. Otros setenta y
ocho escritos fueron presentados por una diversidad de grupos implicados. Ellos
incluyen, por ejemplo, pronunciamientos sobre varios aspectos de la litigación
por parte de 25 senadores y 115 diputados de los Estados Unidos, escritos de la
Asociación de Médicos de Norteamérica [American Medical Association] y otros
grupos médicos, de 281 historiadores académicos, de 885 profesores de derecho
y de un gran número de grupos antiabortistas. Se espera que la Corte arribe a una
decisión antes del receso de julio, aunque podría aplazarla para el próximo año.
Cualquiera sea el resultado nal, el mismo despertará el enojo y frustración de
millones de ciudadanos.
3 De los siete jueces que integraron la mayoría en Roe vs. Wade, solamente tres conservan sus cargos:
Blackmun, el autor de la opinión, además de Brennan y Marshall. El Juez Stevens, quien se unió a
la Corte más tarde, ha expresado su apoyo total a la decisión. Los dos integrantes de la Corte que
votaron en disidencia en ese caso, el Juez Rehnquist, hoy Presidente, y el Juez White, recientemente
han repetido su punto de vista con respecto al carácter defectuoso de esa decisión, y el Juez Scalia
frecuentemente se ha declarado un escéptico de los derechos que carecen de base “textual”. La Jueza
O’Connor disintió en dos casos posteriores en los que grupos antiabortistas procuraron limitar con
poco éxito la fuerza de Roe, pero ella no ha sugerido que la decisión debería ser revocada. Ella y el
Juez Kennedy, el último en ser designado por Reagan, sostienen el equilibrio de poder.

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