Riesgos y alternativas para la validez y el funcionamiento constitucional del Parlamento virtual

AutorCésar Delgado-Guembes
CargoAbogado y magíster en Investigación Jurídica por la Pontificia Universidad Católica del Perú
Pensamiento Constitucional N° 25, 2020, pp.37-70 / e-ISSN 2223-0262
Riesgos y alternativas para la validez y el funcionamiento
constitucional del Parlamento virtual
CÉSAR DELGADO-GUEMBES*
cdelgadoguembes@gmail.com
Resumen
El objetivo de este ensayo es la presentación del escenario inesperado por el que atraviesa el
Parlamento peruano, luego del primer caso en que se invoca la facultad constitucional del
presidente de la República para disolver el Congreso, en medio del interregno parlamentario,
luego de la elección del «parlamento-rabo», y ad portas de su instalación, es cuando surge
el estado de alarma sanitaria por la COVID-19, que impide el normal funcionamiento y
ejercicio de las atribuciones políticas del Congreso. En este escenario se propone el análisis
de las condiciones de validez para el cumplimiento de las tareas legislativas y de control
político del Parlamento, como garantía del principio de proscripción de toda forma de
concentración de poder.
Palabras clave: Parlamento, globalización, pandemia, disolución del Congreso, legislaturas.
Sumilla
Introducción. Los efectos geopolíticos y la dimensión global de la pandemia
I. Antecedentes políticos y entorno contextual de la crisis sanitaria en el Perú
1. La disolución y el interregno parlamentario
2. Las debilidades del inicio del nuevo Congreso
II. Limitaciones constitucionales que el estado de excepción genera en la autonomía del funcionamiento
del Congreso
III. Alternativas estratégicas para el desarrollo operativo de la gestión parlamentaria bajo el estado de
excepción generado por la crisis sanitaria
IV. Problemas operativos y jurídicos para la adaptación e implantación de las soluciones en el desarrollo
regular de la misión del Congreso
1. La dimensión operativa
2. La dimensión jurídica
V. Los retos de la pandemia para el régimen representativo en el Perú
Referencias bibliográficas
* Abogado y magíster en Investigación Jurídica por la Ponticia Universidad Católica del Perú. Profesor uni-
versitario de los cursos de teoría constitucional; de derecho, procesos y gestión parlamentaria; y de metodología
de la investigación y seminarios de tesis. Ha sido funcionario del Congreso de la República desde 1980 hasta
su jubilación en diciembre de 2019. Además de dedicarse a la investigación sobre materias constitucionales y
parlamentarias, ha publicado más de una decena de libros y media centena de artículos académicos en revistas
especializadas. Actualmente, se dedica a la consultoría en temas constitucionales y parlamentarios.
Pensamiento Constitucional N° 25, 2020 / e-ISSN 2223-0262
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Introducción. Los efectos geopolíticos y la dimensión global de la pandemia1
El año 1648 concluye la Guerra de los Treinta Años entre las principales poblaciones
de Europa continental, y se inicia el nuevo tipo de Estado, el Estado moderno y
centralizado que, en principio, tenía como cabeza a un monarca. El concepto de
soberanía estatal empieza con la Paz de Wesfalia, y desde entonces cada Estado se
proclama soberano respecto del territorio en el que tiene el monopolio hegemónico
de su poder.
Luego de la señal que deja marcada la Paz de Wesfalia en el siglo XVII, que se
materializa inicialmente con el absolutismo monárquico, otro hito importante
que perfila el desempeño del Estado moderno es el Congreso de Viena, el año
1815, con el que se establecen las pautas de interacción estatal en las relaciones
internacionales entre Estados soberanos.
El Congreso de Viena incorpora una noción culturalmente crítica en la constitución
de la modernidad, que se basa en la integración de las naciones por sujetos con
derechos abstractos y universales, independientes del marco del Estado soberano y
del estatuto que dichos Estados tengan la disposición de reconocer. El Congreso de
Viena prevé mecanismos de coordinación simétrica entre los Estados soberanos, sin
predisposición hacia el sometimiento de uno sobre otro. Estas reglas de convivencia
internacional entre los Estados soberanos sobreviven hasta el inicio de la Primera
Guerra Mundial en 1914, y se reemplazan con el Tratado de Versalles de 1919, y el
surgimiento de la Sociedad de Naciones en enero de 1920, que posteriormente se
transformará en la Organización de las Naciones Unidas, en octubre de 1945, y la
diversidad de organismos especializados que integran su constitución burocrática.
Con la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, empieza el período
denominado de la «Guerra Fría», caracterizado por la bipolaridad económica y
política entre los ejes de la democracia y el capitalismo, por un lado, y de la dictadura
y del comunismo por el otro. Pero en 1990 ocurre que se derrumba y colapsa el
imperio soviético, y cae el Muro de Berlín, con lo que el mundo presencia el inicio
de un nuevo sistema internacional que trasciende y supera la bipolaridad ideológica
con un régimen monista de carácter hegemónico, con el que el planeta tiende a ser
concebido como un espacio ideológicamente unipolar, basado en el régimen de
economía de mercado y de la universalización de los derechos humanos, más allá
de los reconocimientos que los Estados realicen de los derechos de sus ciudadanos.
1 Para el desarrollo de esta introducción me he basado en el informe que contiene el enlace en https://www.
youtube.com/watch?v=_EzfGrTEgDU&feature=youtu.be, así como el texto de Rhys Jenkins, How China is
reshaping the global economy. Developing impacts in Africa and Latin America, (Oxford University Press, 2019).
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D-G. Riesgos y alternativas para la validez y el funcionamiento constitucional
El impulso infraestructuralmente más importante hacia la globalización lo genera
el desarrollo masivo de las tecnologías de la información desde fines de la década
de 1980 e inicios de la de 1990. Su uso a través primero de mainframes, y de com-
putadoras personales después, ha aligerado notablemente procesos de trabajo que
antes solo se podían realizar manual y físicamente. La automatización de la actividad
humana ha cedido terreno a favor de la computadora y, con ella, paralelamente, la
sociedad humana ha descuidado habilidades que requieren mayor laboriosidad y
diligencia que hoy lo realizan medios mnémicos en períodos de tiempo menores al
nanosegundo sobre cantidades superiores a volúmenes teragrámicos o teramétricos.
La indetenida intensidad del desarrollo tecnológico ha acelerado significativamente
el ritmo comparativamente bucólico de la sociedad en la vida privada del individuo
tanto como en la vida colectiva de las naciones. El protagonismo de las diversas
generaciones tecnologizadas ha dado lugar a una nueva era que rompe con el tipo
de relación del hombre con su entorno. La electronalidad de nuestra experiencia
ha representado no solamente mayor automatización de la actividad humana, sino
a la par mayor intensidad en la interacción de las colectividades.
El correlato e impacto histórico de las tecnologías ha traído consigo, simultánea-
mente, oportunidades y riesgos en la dimensión del uso del poder. Las naciones
con mayor acceso a las tecnologías de la información también cuentan con mayor
capacidad de control sobre los más diminutos hábitos y expresiones de conducta
de los individuos, pero también tienen a su disposición el acceso a datos de interés
y trascendencia nacional, público y geopolítico en grado tal, que no cabe dejar
pasar como inadvertido el análisis de la voluntad de poder de las naciones en el
proceso de expansión de su espacio económico y político vital.
Coincidentemente, junto con la extinción del imperio soviético, la caída del muro
de Berlín, la intensidad del desarrollo de las tecnologías de la información y la
expansión de la capacidad mediática de la prensa, la historia reconoce el Consenso
de Washington como un hito importante de éxito parcial en el desarrollo de la
globalización mundial. Dicho consenso consiste en un conjunto de propuestas
para economías emergentes afectadas por una situación de crisis socioeconómica.
El concepto se crea con la intención de favorecer la estabilidad económica de esos
países en un marco de liberalización y de privatización de las empresas estatales
para favorecer la reducción de los Estados y evitar el endeudamiento y el déficit
fiscal en relación con el producto bruto interno (PBI).
El Consenso de Washington supuso la lógica inversa a los supuestos de Keynes en
la década de 1970. Sin embargo, las políticas económicas que definen el marco
económico para los países no fueron bien reconocidas. Su vigencia efectiva ha

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