¿Puede el Gobierno quitarle piso al radicalismo regional?

Por Juan Paredes Castro

Como los padres, que si no suben al tren de sus hijos adolescentes pierden el tren y pierden a sus hijos, el Gobierno Central tiene que hacer algo para impedir que los gobiernos regionales acaben reclutados en el convoy de las cúpulas radicales, como las que hoy operan al interior del país.

No se puede dialogar ni negociar con el poder y la presión de un solo lado. Así es como quería dialogar y negociar la cúpula bicéfala de Gregorio Santos y Wilfredo Saavedra, en Cajamarca. Por supuesto que el Gobierno Central no hubiera podido sacar un solo acuerdo viable de este trato desbalanceado. Fue necesario que desde el otro lado se impusiera el poder y la presión del estado de emergencia para que se abrieran los cauces de normalización.

Sin embargo, seguimos pensando que esta no es la manera de compulsar fuerzas. Necesitamos articular el Estado y la gobernabilidad con más racionalidad que nunca.

Esto no quiere decir, por cierto, que el Gobierno Central tenga que perder autoridad. Se trata más bien de que prevalezca el sentido unitario del Estado, haciendo que los gobiernos regionales se sientan parte de este y responsables en primera instancia ante las poblaciones que representan.

Los gobiernos regionales no pueden quitar el cuerpo al descontento social para derivarlo cínicamente al Gobierno Central, como hacen ahora, después de ser muchas veces los primeros en causarlo o avivarlo mediante gestiones mediocres e ineficaces.

La táctica de los gobiernos regionales de trasladar sus pasivos al Gobierno Central no solo ha funcionado porque aquellos lo han querido así, sino porque este jugó en los últimos diez años ?al muertito...

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