Qhapaq Ñan: el del uso social del patrimonio cultural.

AutorMarcone, Giancarlo

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

En junio de este año, la 38a Sesión del Comité de Patrimonio de la Unesco declaró al Qhapaq Ñan o Sistema Vial Andino Patrimonio de la Humanidad. Inmediatamente después de tal reconocimiento surgieron varias preguntas: ¿Cómo podemos trabajar con las comunidades para desarrollar estrategias efectivas de manejo del patrimonio de modo que este contribuya al desarrollo de aquellas? ¿Cómo evitar que las comunidades sean desposeídas de su entorno y manifestaciones culturales, especialmente en un contexto donde la tendencia es priorizar el "desarrollo", como ocurre en nuestros países?

Responderlas no es fácil, en parte porque se asume una contraposición entre comunidades y desarrollo. Esta falsa dicotomía plantea la idea de que cultura y patrimonio son aliados naturales del desarrollo sostenible e intrínsecamente opuestos al avance depredador de las grandes empresas y el sueño de la modernidad de algunos grupos de la sociedad peruana. Sin embargo, cuando nos enfrentamos directamente a la gestión del patrimonio cultural en el campo nos damos cuenta de que esto es una falacia; que el asunto no es blanco y negro, que el patrimonio es aún ajeno y distante, y por ende, poco relevante para ambos lados.

En muchos casos, los bienes arqueológicos son vistos como carentes de importancia si no tienen posibilidades turísticas en las perspectivas desarrollistas, e incluso como obstáculos para el desarrollo de infraestructura. Al mismo tiempo, una parte considerable de las comunidades tradicionales han perdido el vínculo con los bienes patrimoniales ante los cambios y necesidades contemporáneas de mejora de sus condiciones de vida.

AYPATE Y HUÁNUCO PAMPA, DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA

El sitio arqueológico de Aypate ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por formar parte del Qhapaq Ñan. Ubicado en Ayabaca, Piura, este sitio está inserto en una zona de pobreza extrema. La población de los alrededores tiene una posición beligerante con respecto al Estado, en parte por sentirse permanentemente olvidada. Asimismo, hay una especial oposición hacia los grandes proyectos de desarrollo porque piensan que van a despojarlos de sus tierras. En un ambiente así, es muy difícil lograr la participación de las poblaciones en iniciativas que son ajenas a ellas.

En la provincia de Ayabaca, las comunidades y sus rondas campesinas son la base de la organización social que define el manejo del territorio. Reconociendo esta realidad, el Proyecto Qhapaq Ñan inició un paciente trabajo de acercamiento a tales organizaciones, sometiéndose a los procesos locales de toma de decisiones en las asambleas comunales y randeras para lograr el compromiso de participación, inicialmente en la iniciativa de declaratoria del Qhapaq Ñan como Patrimonio Mundial, y luego en las diversas actividades institucionales en la zona.

Esta...

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