Análisis de algunos problemas bioéticos

AutorManuel Atienza Rodríguez
Cargo del AutorCatedrático de Filosofía del Derecho, Universidad de Alicante
Páginas101-164
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Sobre la nueva Ley de ReproducciónSobre la nueva Ley de Reproducción
Sobre la nueva Ley de ReproducciónSobre la nueva Ley de Reproducción
Sobre la nueva Ley de Reproducción
Humana AsistidaHumana Asistida
Humana AsistidaHumana Asistida
Humana Asistida
1. Las leyes pueden evaluarse desde muy diversos puntos de
vista. Por lo pronto, en relación con sus objetivos: ¿cuáles son?,
¿hay objetivos o resultados no declarados (queridos o no por
el “legislador”)?, ¿están o no justificados de acuerdo con los
valores socialmente dominantes, con los principios constitu-
cionales o con los de una determinada concepción de la ética?
Pero también en relación con cuestiones de carácter más “téc-
nico”: ¿son los contenidos de la ley (las obligaciones,
prohibiciones y permisos que contiene) así como las institu-
ciones que crea adecuados para lograr esos objetivos?, ¿existen
los incentivos (sanciones positivas o negativas) y recursos (por
ejemplo, financieros) que puedan asegurar la eficacia de la
ley?; ¿deja la ley vacíos y/o crea contradicciones o, por el
contrario, regula todo lo que pretende regular y lo hace armo-
niosamente, teniendo en cuenta el conjunto del articulado y
Capítulo IVCapítulo IV
Capítulo IVCapítulo IV
Capítulo IV
ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMASANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS
ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMASANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS
ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS
BIOÉTICOSBIOÉTICOS
BIOÉTICOSBIOÉTICOS
BIOÉTICOS
MANUEL ATIENZA
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el resto del ordenamiento jurídico?; ¿está, en fin, redactada
de manera que el mensaje de sus normas resulte razonable-
mente preciso y sea comprensible por sus destinatarios
—directos e indirectos— de forma que no dé lugar a proble-
mas interpretativos que podrían haberse evitado?
2. La multitud de opiniones que se han vertido sobre la nueva
ley española sobre técnicas de reproducción humana asistida
(antes, durante y después de su tramitación parlamentaria)
se han centrado —lo que resulta fácilmente comprensible—
en los aspectos éticos de la misma. Yo diría que la discusión
ha girado, fundamentalmente, en torno a tres tipos de con-
ducta que la ley autoriza y que algunos consideran debería
prohibir: 1) fecundar más de tres ovocitos en cada ciclo (su-
perando el límite que había puesto la anterior ley de 2003 que
modificaba en esto la de 1988); 2) efectuar diagnósticos pre-
implantacionales con fines terapéuticos para terceros (el
llamado “bebé-medicamento”); 3) investigar con preembrio-
nes sobrantes de tratamientos de infertilidad (con las células
madre que se extraen de ellos) con ciertos requisitos, el más
importante de los cuales es que sea antes del día 14 de desa-
rrollo del embrión (esta última es, precisamente, la definición
que la ley da de “preembrión”). De manera secundaria, el
debate tiene que ver también con dos tipos de conducta que
la ley prohíbe (o pretende evitar) y que algunos consideran
debería permitir: 4) la elección del sexo del futuro bebé; y 5)
la gestación por sustitución (las “madres de alquiler”).
Las posturas que se han mantenido al respecto se sitúan,
por lo tanto, entre estos dos extremos: el de los partidarios de
prohibirlos todos (los cinco supuestos que acabo de señalar)
que es, de manera muy notoria, el caso de la Iglesia católica,
y el de quienes abogan por permitirlos todos, o sea, quienes
ANÁLISIS DE ALGUNOS PROBLEMAS BIOÉTICOS: LEY DE REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDA
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defienden una posición “liberal” que, en mi opinión, es a lo
que lleva una concepción laica y desprejuiciada de la ética.
Los dos principales partidos políticos, el PP y el PSOE, ocu-
pan lugares intermedios: el primero, más próximo a la postura
de la Iglesia (pero no coincidente con ella, al menos en cuanto
a las razones esgrimidas para justificar la prohibición); y el
segundo, a las posiciones liberales (pero el PSOE no es tam-
poco plenamente liberal, en relación con 4) y con 5)).
La discusión, tanto en el parlamento como en los medios
de comunicación, ha sido —es— bastante confusa y, con fre-
cuencia, se ha alejado mucho de lo que suele llamarse un
“diálogo racional”. Me parece que ello se ha debido, sobre
todo, a estas dos circunstancias: Una es que esas cuestiones
—digamos, todo lo que tiene que ver con la reproducción hu-
mana asistida y, más en general, con la bioética— tienen un
fuerte trasfondo ideológico y, en particular, religioso; podría-
mos decir que afectan más a lo que Ortega llamaba
“creencias”, esto es, algo que nosotros no hemos creado, sino
que más bien heredamos y sobre lo que no cabe dudar, que
propiamente a las “ideas”. La otra es que se trata de un tema
con connotaciones inmediatamente políticas, en el sentido de
que una regulación más o menos restrictiva o liberal de la
materia (o la impresión de que así es) puede tener repercu-
siones electorales a corto plazo: a mucha gente le importa,
por ejemplo, saber si se va a poder o no investigar con células
madre porque piensa —no sin fundamento— que ahí puede
estar la clave para la curación de enfermedades graves y que
afectan a un porcentaje significativo de la población, como la
diabetes, el alzheimer o el parkinson.
No obstante lo anterior, me parece que puede decirse
que los prohibicionistas tienden a utilizar, para defender sus
tesis, básicamente el argumento de la dignidad humana, mien-

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