La posverdad y su influencia en la industria de los alimentos

Nos pasa a todos, "hoy vivimos rodeados de información que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a emociones, creencias o deseos del público". Esto lo leí en un artículo en Internet y comparto plenamente esta opinión. Hoy esa información calza con la definición de lo que significa el término de posverdad. Las redes sociales, con sus virtudes y defectos, se han convertido en el espacio central de discusión pública. Más del 60% de las personas en el mundo recurren a Internet para información y estar al día. Ese porcentaje crece cuando nos referimos a información sobre las personas que participan en la vida pública del país, a los referentes políticos, a los que toman decisiones públicas, legislan y en general participan en lo trascendente para el país. Se recurre a Internet y en particular a las redes sociales para informarse, para educarse, para tener una opinión y para discutir sobre cualquier tema, teniendo como fuente única lo que se lee en estos medios.

Lo cierto es que nos estamos formando con información que no tiene la rigurosidad científica para ser aceptada como verdad. Estamos haciendo real lo imaginario o falso. Hoy se acepta que lo real no consiste en algo sólido, palpable y unívoco, sino, por el contrario, en aquello que permite la construcción de una conciencia individual y colectiva con la información que sea. Eso lo provocan las redes sociales y el Internet sin que nos demos cuenta. En las redes sociales y otros espacios públicos de discusión en Internet se prefiere lo rápido y la gratificación inmediata antes que la verdad, que termina resultando accesoria. Una noticia impactante puede viralizarse rápidamente sin que nadie se cuestione sobre su veracidad. No interesa.

En el Perú esta realidad afecta en muchos aspectos la vida del país.

En el campo de la alimentación, para la gran mayoría de los peruanos la principal fuente de información es obviamente el Internet y la hacen suya difundiéndola en la redes sociales: Facebook, Instagram, Twitter, Whastapp. La población acepta los mensajes sin realizar ningún esfuerzo por verificar la veracidad de la información. Internet ha sido copado por operadores -la mayoría anónimos- sin las calificaciones adecuadas, que lo saturan con información según sus propios intereses. A partir de ellos, los ciudadanos toman decisiones, definen comportamientos y hasta fanatizan conceptos de vida saludables.

En este proceso...

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