A modo de introducción: La cabeza del juez

AutorEnrique Pedro Haba
Páginas17-22
17
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(A modo de introducción)
Los realistas fueron quienes nos hicieron ver que los jueces, para
ponerse los pantalones, meten primero una pierna y después la otra,
como todo el mundo2.
El texto legal cobra vida si es acatado espontáneamente; o bien, en
caso de disputas sobre sus alcances, el sentido valedero lo determina un
intérprete autorizado. Este último caso es el del juez. También puede haber
otros intérpretes autorizados, así unos funcionarios administrativos; pero
concentrémonos en la interpretación judicial. Entonces el texto tiene que
pasar por la cabeza del juez, también su boca, para transformarse en derecho
que tenga realidad. Diciendo que tiene que pasar por su «cabeza» y por su
«boca», aquí me interesa insistir sobre todo en lo primero: antes de llegar a
su boca, pasa por la mente de esa cabeza. Ahora bien, resulta que también
los jueces son «de carne y hueso». Este es otro de los asuntos que, aun siendo
tan obvios, a uno le hacen pasar por alto cuando es estudiante, así como
tampoco lo tiene presente cuando apenas comienza a ejercer la carrera. Y
a pesar de terminar dándose cuenta del asunto en el ejercicio profesional,
parece que se le olvida en el momento en que escribe artículos sobre derecho
o dicta una conferencia o da una clase sobre esos temas.
Sí, el juez es un ser humano, como cualquier otro de los que caminan
por ahí. Esto signica que cuanto pasa por su cabeza, él lo va a procesar más
o menos como hace el común de los mortales. ¿Cómo lo hacen? Procesan eso
a través de lo que se llama, habitualmente: su «conocimiento» y su «voluntad»
1 Pasajes extractados (aquí con acomodo de detalles en la redacción) de una conferencia
que el autor realizó en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República
Oriental del Uruguay, el día martes 24 de noviembre de 1992. [La versión más
integral de dicha conferencia se recoge en 2012a, t. III: Tema 2-Apéndice C (227
ss.).]
2 James Boyle, cit. Pérez Lledó 1996: 240.

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