Mario Vargas Llosa y la pesadilla del Putumayo.

CargoTIERRA ADENTRO

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Mario Vargas Llosa siente atracción por los territorios agrestes. Sobre todo por las tupidas vegetaciones que se extienden a lo largo de la Amazonía. Comparte el espíritu aventurero de Conrad, marinero mercante y después de la armada británica, que también sentía fascinación por los ríos y los parajes africanos. Ciertamente, el espíritu de Mario Vargas Llosa es afín al de Jack London, tanto por las regiones escogidas como por la búsqueda de una justicia esencial, acorde con la naturaleza humana. Ciro Alegría fue uno de los primeros escritores peruanos en afincarse en la Amazonía con su famosa novela La serpiente de oro. Después vino Vargas Llosa y nos mostró que desde sus inicios literarios se ha sentido bastante cómodo en ese territorio explorado primero en La casa verde, sobre todo a través de ese personaje de leyenda que es Fushía, aquel enigmático contrabandista que se desplaza por nuestros ríos; en Pantaleón y las visitadoras, donde recrea la presencia de nuestras fuerzas armadas en un tono burlesco, como un desencuentro mayor entre el Estado y las naciones del interior; y en El hablador, novela breve donde recrea la etnia de los machiguenga y elabora uno de sus libros más poéticos...

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