Mariano Iberico

Páginas184-185
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MARIANO IBERICO
(Cajamarca, 1882- Uma, 1974)
REPRESENTANTE DE LA RENOVACIÓN BERGSONIANA en nuestro país, considerado
por algunos como el primer filósofo original que produce el Perú y, sin duda, el
primer meditador profesional.
Estudió en la Universidad de San Marcos, donde optó el grado de bachiller
en Letras con la tesis «El carácter» (1912) y el doctorado con el tema «La filosofía de
Bergson» (1916), tesis que le valió la felicitación del gran filósofo francés.
Continuando la tradición universitaria, completó sus estudios de Jurisprudencia,
Ciencias Políticas y Administrativas, destacando por su talento crítico.
De espíritu artístico y religioso, antes de buscar constantes doctrinarias,
encontró rasgos permanentes en la humanidad, expresados en simbolismos místicos.
En su juventud buscaba la empatía, la afinidad y la coincidencia, antes que la
antinomia y la controversia. Por ello, indistintamente resulté reclamando por diversas
corrientes, que rescataba su común apego a lo trascendente en busca del progreso
social.
Tanto los espiritualistas cristianos con Víctor Andrés Belaúnde como los
marxistas con José Carlos Mariátegui, comprendieron que Iberico reivindicaba la
exteriorización ideal de la materia: el sentimiento. Este es un punto para entender
mejor a los autores de «Siete Ensayos» y «La Realidad Nacional», pero a la vez para
percibir sus fuentes comunes.
Iberico originariamente fue influido por el pensamiento del suizo Johann
Jacob Bachofen (1815-1887) y el francés Henri Bergson (1859 - 1941), de cuyas
lecturas asume, del primero, el concepto de mito como expresión del inconsciente
social y, del segundo, la importancia del tiempo. Posteriormente conoció el
pensamiento alemán a través de Schiller y - sobre todo- de Ludwig Klages (1872) y,
autor de «El Espíritu como adversario del alma», quien desde su formación
psicológica desarrolló un sistema filosófico basado en el misticismo. En ellos lo
religioso hace renacer lo metafísico y lo irracional en plena época del industrialismo.
De aquí surge maduro su pensamiento simbólico; para él la verdad no es la
correspondencia entre la representación y el objeto, sino una armonía entre la
expresión y el sentido, que libera las ideas de la rigidez impuesta por el pensamiento
conceptual positivista.
Su obra más importante, en su etapa bergsoniana «El nuevo absoluto»
(1926), editado por la Editorial Amauta, proclama la más acabada renovación del
creacionismo bergsonista. Dejemos que el propio Iberico nos resuma su
pensamiento: «El nuevo absoluto es más de naturaleza volitiva, irracional y por lo
tanto las interpretaciones que inspira se reclaman de una facultad distinta de la
inteligencia y opta por recoger en su pureza la materia fallida de la realidad».

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