Lochner versus New York: libertad contractual y derechos fundamentales.

AutorMiguel Carbonell
CargoInvestigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Páginas689-694

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I Introducción

El caso Lochner versus New York no se encuentra entre las más brillantes páginas de la historia judicial de los Estados Unidos. Bernard Schwartz en su libro sobre la historia de la Suprema Corte afir-ma, de hecho, que es la más desacreditada decisión del alto tribunal si dejamos a un lado el caso Dred Scott versus Sandford.

El interés por estudiar la sentencia Lochner reside en el hecho de que refleja, de forma muy clara, las tensiones entre el Estado liberal del siglo XIX y las nuevas formas de protección social que comien-zan a surgir en el siglo XX, que a la postre darían lugar al Estado social de Derecho.

No se trata de una cuestión que únicamente haya afectado a los Estados Unidos, aunque quizá lo original de ese país es que las tensiones sociales se canalizaron en parte a través de reclamaciones ante los jueces; mientras en Europa la batalla por el Estado social tuvo como escenario manifestaciones en las calles y reuniones en las fábricas, en Estados Unidos la legislación progresista –animada e impulsada también por los sindicatos– tuvo que pasar por los estrados de la Suprema Corte.

Además, en la sentencia Lochner iban a confluir dos importantes representantes de las visiones alternativas sobre la función del Derecho en los inicios del siglo XX: Rufus W. Peckham y Oliver Wendell Holmes. De hecho, Holmes emitió un voto particular en Lochner que se puede considerar como el voto particular más citado y conocido de la historia del constitucionalismo norteamericano. Con ese voto y con otras decisiones de igual calado, Holmes sentó las bases concep-tuales que, con el paso del tiempo, servirían para fijar la agenda de temas sobre los que la Corte se iba a pronunciar.

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II Antecedentes del caso

El caso Lochner se origina en el año de 1897 cuando la legislatura estatal de Nueva York aprue-ba una ley limitando el número de horas diarias y semanales en que pueden trabajar los pasteleros (bakers). El límite se situaba por mandato legal en 10 horas al día y 60 a la semana. Para su aprobación había pesado mucho la tarea que venían haciendo desde años antes los sindicatos y el movimiento socialista, que habían insistido en la necesidad de poner algunos límites a la “libertad de contratar”, para proteger a los trabajadores frente a los patrones.

Los numerosos argumentos médicos que se ofrecieron para demostrar los problemas de salud que debían enfrentar los pasteleros en razón de su trabajo (inflamación de pulmones y de los bron-quios, reumatismo, calambres, etcétera) fueron tomados en cuenta por los legisladores de Nueva York al aprobar la ley. De hecho, en el preámbulo de la misma se aducen razones de salud para justificar su expedición.

Joseph Lochner tenía una pequeña panadería que llevaba su nombre en la ciudad de Utica, al norte del Estado de Nueva York. Algunos de sus empleados se quejaron con los inspectores laborales de su patrón, que los hacía trabajar más allá de lo que indicaba la ley de 1897. En 1899 los inspectores le impusieron a Lochner una multa de 25 dólares por violar la ley. En 1901 lo volvieron a multar, esta vez por 50 dólares y por la misma razón. Lochner decidió enfrentar la constitucionalidad de la “ley de los pasteleros”.

La Suprema Corte del Estado de Nueva York apoyó la constitucionalidad de la ley, pero el caso llegó hasta la Suprema Corte federal. Ante ella los abogados que defendieron la reclamación de Lochner basaron su argumentación en la libertad de contrato que debía regir entre el trabajador y el patrón. También desvirtuaron la tesis de que la ley protegiera la salud de los pasteleros, ya que las condiciones en que trabajaban ya no eran tan malas como en años anteriores.

Además, añadieron los abogados de Lochner, la ley no tomaba en consideración que los pasteleros necesitaban con frecuencia realizar largas jornadas de trabajo para atender necesidades puntuales de sus clientes...

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