En nuestra jaula

Por Historiadora

?Yo vengo de los ronderos y me someto a los usos y costumbres de las rondas? declaró el presidente Castillo como respuesta a la moción de vacancia presidencial aceptada por la Mesa Directiva del Congreso de la República para su respectivo trámite. Un día antes de la declaración ?de quien promete liberarnos de 200 años de corrupción?, amanecimos con la noticia de que el hoy exsecretario general de la Presidencia, Bruno Pacheco, guardaba US$20 mil en un armario de uno de los baños palaciegos. Lo más insólito del caso es la declaración del renunciado secretario ante los fiscales: el dinero descubierto provenía de sus sueldos ahorrados en su centro laboral que, como bien sabemos, es el núcleo del Estado Peruano. Lo más grave del caso, que tipifica como delito, es que Pacheco, a quien la UIF acaba de descubrir dinero no declarado en varias cuentas bancarias, pareciera estar involucrado en un tráfico de influencias que llega hasta la Sunat. Sus entradas y salidas a la Casa de Pizarro, luego que se le aceptó su renuncia con agradecimiento incluido, no despiertan ni una asonada indignada y, más bien, todo ese intríngulis es normalizado por los viejos moralistas. Y es que, desde hace meses, da la sensación de que estamos metidos en una inacabable radionovela de Pedro Camacho que ahora no provoca risa. ¿Cómo habría de hacerlo en una república económicamente colapsada, polarizada y que, además, carga con 200 mil muertos en su haber?Esos mismos ronderos justicieros, a los que el presidente apela, bloquean carreteras, mientras que el fascismo, encarnado en los miembros de La Resistencia, atacan a un político en su domicilio e irrumpen embanderados en la presentación del libro de otro para intimidarlo. En tanto, el Perú permanece fiel a un atávico ritual. En este convergen el desgobierno, acusaciones mutuas de los moralistas de turno, una escalada de violencia verbal que ahora se torna en física y, finalmente, la vacancia (hace dos siglos se llamó ?cambiamiento?) como el remedio a todos nuestros males. En este dejá vú, que ya desespera, no sorprende que la historia vuelva a repetirse con una administración mediocre que juramentó en el Gran Teatro Nacional para luego recrear ?el mito del eterno retorno? peruano. El acto inédito ocurrió después de que negara ser parte de una historia republicana, a sus...

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