El invitado que nunca estuvo

Por José tsangel título ?Bertolucci nunca vino a cenar? puede confundir. Porque Edgar Saba sí llegó a compartir una comida con el notable cineasta italiano. Eso ocurrió en Inglaterra y no en Lima, hace más de 10 años. El intermediario de esa tertulia entre platos de spaghetti fue José María Prado, entonces director de la Filmoteca de Madrid. La comilona duró cerca de cuatro horas, en las que, según Saba, ?se habló de todo menos de la invitación para que venga al Festival de Lima?. Fue una misión imposible: Bertolucci aún no ha viajado al Perú para ser homenajeado por el evento. La parte productiva es que esas vivencias, placeres y desvelos relacionados con el festival ?Saba fue su director por 19 años? dan forma a la novela ?Bertolucci nunca vino a cenar?. Entonces Saba se encontraba en Holanda y Prado se comunicó con él para decirle que Bertolucci lo iba a recibir en su casa en Londres. De inmediato, Saba suspendió todo lo que estaba haciendo para ir a su encuentro. Había que caerle bien y seducirlo. En la mesa también se sentaría la esposa del realizador. Fue una velada con risas y conversaciones fluidas. Pero hasta ahora Bertolucci no ha participado presencialmente en el festival de Lima.Por años Saba intentó, en especial por la vía epistolar, que ese homenaje se concrete. Una vez sintió que el italiano estaba cerca de venir al festival, pero justo surgió el rodaje de ?Los soñadores? (2003), película de Bertolucci sobre tres jóvenes que mezclan sus impulsos eróticos con la obsesión por el cine y las ansias de una revolución. Luego pasó el tiempo y se sucedieron los intentos para invitarlo, que nunca terminaban de cerrarse. Hoy es prácticamente imposible ver al realizador ?con 76 años y problemas de salud? aparecerse en actividades públicas.?Detrás de cámara??Bertolucci nunca vino a cenar? ofrece ?anota el escritor Alonso Cueto en el prefacio del libro? una versión de una existencia al límite. Sobre la novela, Saba asegura que ?lo que hay ahí, ha pasado?. ¿Es autoficción? Él acota: ?Los nombres han sido cambiados para salvar a los inocentes. Es una suerte de ?making off? o detrás de cámara del festival?.Organizar un evento de esta envergadura trae satisfacciones y, al mismo tiempo, devasta. La experiencia de ser el director de un festival por 19 años impulsa, además, reflexiones sobre qué es la cultura en un país donde la cultura es un acertijo para muchos. Tales disquisiciones también tienen lugar en las cartas dirigidas a Bertolucci que...

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