Cuando la indolencia se vuelve complicidad

Por hugoCoyaEl Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. La liberación del sujeto que acosa a la conductora de televisión Melissa Peschiera ha puesto de nuevo sobre el tapete los riesgos que enfrentan las mujeres en nuestro país por el simple hecho de serlo y, peor aun, si cuentan con algún tipo de notoriedad como sucede, en este caso, debido a su actividad profesional. Resulta difícil no sentir indignación ni solidarizarse al saber cómo un hombre ha transformado la vida de Melissa en un infierno. Impedida de ir y venir bajo el riesgo constante de toparse con alguien que la sigue, le toma fotografías y la graba para publicarlas en sus redes sociales. Que monta guardia en las puertas de los lugares que frecuenta, llama por teléfono a su casa, accede a información sobre sus hijos o demás familiares y que, además, ha intentado secuestrarla. Pese a que ella lo enfrentó con valentía cara a cara, y le exigió, de forma explícita, que deje de perseguirla, él no se inmuta e insiste. Desesperada, recurrió la semana pasada ante quienes, en teoría, tienen la obligación de ayudarla y brindarle protección, no por su condición de figura televisiva sino de ciudadana con plenos derechos, pero encontró la indiferencia. Consiguió que la policía lo detenga, aunque fue liberado al poco tiempo porque un burócrata arguyó como pretexto que era feriado. Como si se tratase de un thriller de Hitchcock donde lo obvio puede tornarse espeluznante, le dijeron también que la libertad estaba por encima de cualquier valor y, cuando pensó que se referían a la preservación de la suya, le explicaron que aludían a la del sujeto, una persona cuya madre asegura padece esquizofrenia y aduce un descuido para justificar su conducta, algo discutible si se toma en cuenta que la persecución viene desde hace varios meses. Ante su evidente desamparo, ella se vio obligada a hacer público su drama para que, solo en ese momento, la fiscalía decidiera pedirle al Poder Judicial medidas de protección para Melissa y su familia, así como el internamiento del acosador. ¿Por qué no se adoptaron de inmediato las medidas necesarias para garantizar su seguridad? ¿Qué ocurriría si el sujeto en cuestión volviese a las andadas y pusiera en peligro su integridad? ¿Cuántas personas más que no...

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