Historia y actualidad del galeón San José

AutorHéctor López Arestegui
Páginas545-565
El “San José” fue uno de los últimos galeones de la Monarquía
Hispánica, la versión f‌inal d e una familia de buques que
comunicaban ambas orillas de su imperio transatlántico. Hubo
muchas naves como ella en la “Carrera de la Indias”, pero la
trágica historia de su hundimiento, a la entrada del puerto de
Cartagena de Indias, le convirtió en la leyenda que inspiró la
novela “El amor en los tiempos del cólera”, del escritor
colombiano Gabriel García Márquez (1927 – 2014). De esta
nave nos ocuparemos en este trabajo, al amparo de la máxima del
jurista estadounidense Oliver Wendell Holmes (1841 – 1935)
sobre la naturaleza jurídica de las naves, El más vivo de los
objetos inanimados”.
HISTORIA Y ACTUALIDAD DEL GALEÓN SAN JOSÉ
Héctor López Aréstegui
El “San José” y su gemelo el “San Joaquín” fueron los últimos
galeones construidos para servir en la Carrera de Indias. Por esta
razón su diseño fue la cima de la evolución de la nave epítome del
descubrimiento y colonización de América. Según el Glosario
Náutico” (1848) del marino e historiador francés Agustín Hal
(1795 – 1873), el galeón era un “Buque de construcción mixta,
que se asemejaba a la nao o nave redonda por la forma
general, la solidez del escantillón y la altura de las obras
muertas; se asemejaba a la galera por su longitud que, sin
embargo, no era la de este largo navío pero sí mayor que la de
la nao. La relación ordinaria entre anchura y longitud en la
nao redonda era de uno a tres; en el galeón, la relación
cambiaba haciéndose aproximadamente de uno a cuatro o
cinco. Los galeones de pequeño tonelaje estaban provistos a
veces de remos; los grandes galeones navegaban como la nao
redonda, solamente a vela. La arboladura del galeón, como la
de la nao, estab a compuesta de tres mástiles verticales
cuando el navío no era muy grande; si tenía un tonelaje
considerable, se arbolaba un contra – artimón detrás del palo
de mesana quedando así de cuatro mástiles. A veces, por
ostentación, como lo señala un autor del siglo XVI, se añadía
este cuarto mástil a los galeones ordinarios. Sobre las velas
bajas los galeones llevaban, en el palo mayor y en la mesana,
velas de cota y de perroquete. Naturalmente, la de mesana y
el contra – artimón eran velas latinas, es decir, envergadas
sobre antenas”.
Los últimos galeones
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Revista del Foro 106
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ISSN: 2664-6978
La historia del “San José” y la de su gemelo el “San Joaquín” empezó el 12 de junio de
1696, en San Sebastián, País Vasco. Aquel día la Corona f‌irmó con el armador Pedro de
Aróztegui un contrato para la construcción de cuatro galeones para la Carrera de Indias. Las
obras debían realizarse en el astillero de Basoanaga, Rentería, valle del Oyarzun, provincia
de Guipúzcoa, en el País Vasco. La industria naviera vasca tenía justa fama por la calidad de
sus embarcaciones desde los tiempos de Alfonso VIII de Castilla (1155 – 1214), habiéndose
ésta desarrollado exponencialmente a partir del reinado de los Reyes Católicos. El contrato
estipulaba que habrían de construirse cuatro buques de 1,200 toneladas cada uno cuyos
cascos estarían revestidos con láminas de plomo para protegerles de la broma, una especie de
molusco que ataca a la madera sumergida. Además, el “San José” y el “San Joaquín”
debían ser construidos según los criterios que guiaban la arquitectura naval en el resto de
Europa, donde el debate de la proporción de un buque de guerra se había decidido en favor de
un mayor tamaño y longitud. No obstante, el armador debía guardar las características únicas
de los galeones españoles, a saber, su resistencia y su estabilidad. Las obras, iniciadas en
1697, fueron supervisadas por funcionarios de la Junta de Guerra de Indias, que era el
organismo encargado de dar la conformidad de a los navíos al servicio de la Corona. El 18 de
mayo de 1698 dos cascos fueron terminados y bautizados con los nombres de “San José” y
“San Joaquín”, respectivamente. Pedro de Aroztegui murió en 1697, pero el trabajo
continuó a cargo de su hijo, Pedro Francisco de Aróztegui, que aparejo las naves con
pertrechos importados de Holanda entre julio de 1698 y abril de 1699. Poco después la Junta
de Guerra de Indias dio su conformidad a las naves y éstas zarparon rumbo a Cádiz para ser
artilladas y dotárseles de su of‌icialidad y tripulación.
Mientras ambos galeones esperaban, al ancla en Cádiz, su entrada en servicio a la Carrera
de Indias, en Madrid moría el rey Carlos II (1661 – 1700) sin dejar heredero. Su sucesor
testamentario fue Felipe de Borbón (1683 – 1746), duque de Anjou, nieto del rey francés
Luis XIV (1643 – 1715) y bisnieto de Felipe IV de España (1605 – 1665), quien al ser
entronizado en 1701 tomó el nombre de Felipe V. Este cambio dinástico produjo una
inversión en el juego de alianzas en Europa. Durante el reinado del antecesor de Felipe V,
Carlos II “El Hechizado”, España se había unido a la Liga de Ausburgo (1686 – 1697), una
alianza defensiva formada con el Sacro Imperio Romano Germánico, Suecia y las Provincias
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