Hacer turismo sobre ruedas

Para hacer empresa en el rubro del transporte terrestre hay que ir despacio y con criterio. No es una actividad fácil y, por eso, cualquier negocio –por más arriesgado que parezca– siempre debe estudiarse bien. Víctor Bravo lo sabe de sobra, porque ha trabajado casi una década para pasar de manejar una combi de segundo uso por Lima a tener un bus interprovincial y dos camionetas, la flota con la que hoy incursiona en el transporte turístico con su empresa Antares Perú Bus.

Él se dedicaba a la venta de abarrotes en Ventanilla hasta finales de los 90, pero se le ocurrió comprar un carro para hacer algún negocio paralelo. "Quería trabajarlo de alguna manera pero, ya en pleno trámite, un amigo me convenció de adquirir una combi de segunda. Lo hice casi con el mismo presupuesto (US$7 mil) y un día después ya estaba trabajando en las rutas de la empresa Aleluya”, cuenta Bravo.

Este emprendedor fue, como muchos otros a inicios del 2000, un comisionista de las empresas de transporte urbano; es decir, un propietario de combi que operaba su vehículo bajo el paraguas de una empresa concesionaria de rutas. Bajo esta modalidad, llegó a tener cinco combis, pero la informalidad que reinaba en el negocio lo hizo alejarse para buscar nuevos rumbos.

Cambió de giro porque los choferes que usaban sus unidades las maltrataban y se llenaban de papeletas que luego él tenía que asumir. "En el 2005 decidí vender dos combis, pedir un préstamo y comprar un bus interprovincial cero kilómetros para 56 pasajeros. Invertí US$145 mil que pagué en tres años...

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