Unos fructí­feros 35 años.

AutorZeballos Mansur, Molvina
CargoEditorial

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

En el Perú, país de lo efímero, lo circunstancial y lo liviano, que una revista llegue a cumplir 35 años es una proeza y algo digno de ser festejado. Quehacer lo ha hecho y en su trayecto nos ofreció innumerables análisis que fueron tomados en cuenta para algunas decisiones trascendentales, además de distintos reportajes que desnudaron nuestra condición social y entrevistas que resaltaron lo que pensamos de nosotros mismos. En estos años también quedaron en el camino muchas otras publicaciones que tenían características muy similares a Quehacer. En otras palabras, no fue la única en su género sino la que tuvo, de lejos, la trayectoria más larga.

Quehacer nació y vivió siempre como una revista de izquierda. Fue una apuesta de quienes la concibieron y dirigieron siguiendo una línea institucional claramente marcada por este signo. Fue una opción de izquierda que buscaba ser lo más amplia e integral posible, es decir involucrar no solo la política y la economía, sino también la cultura y la sociedad. Pero también, desde esa opción de izquierda, tuvo una vocación siempre plural y abierta a opiniones de otro signo.

Durante el prolongado ciclo que Quehacer cierra hoy en su 35 aniversario, la revista estuvo liderada por figuras importantes de la vida pública nacional y muy identificadas con Deseo. Fue creada por Henry Pease desde la política, y conducida con la impronta de Juan Larco--su primer editor--y Abelardo Sánchez León--su último director--desde la cultura. En esa línea, los sucesivos presidentes de la institución buscaron mantenerse fieles al espíritu y el mandato institucional, mandato unitario, de crítica y de debate desde una posición de izquierda pero con capacidad de cuestionar lo que se pensaba eran pistas equivocadas, así estas provinieran de la propia izquierda.

En el transcurso de estos 35 años Quehacer contribuyó decisivamente a producir y transmitir la imagen institucional de Deseo. Una imagen de compromiso con el país y con sus gentes. La revista, que tuvo personalidad propia, devino en uno de nuestros instrumentos fundamentales para divulgar determinada visión del Perú, de sus límites y posibilidades, de sus principales procesos, pero también de su vida cotidiana y su producción cultural. Antes que un vocero institucional, y eso es parte central de su valor, se convirtió en un espacio de diálogo e intercambio, en una invitación al análisis y en un vehículo de divulgación de ideas, nuestras y de otros...

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