La fragilidad de nuestro bosques protegidos.

AutorGarc
CargoTIERRA ADENTRO

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Nuestro país se ha promocionado principalmente como un país andino. Esto no es malo, pero promueve indiferencia hacia el vasto territorio amazónico, recientemente considerado como una maravilla natural del mundo por su rica biodiversidad.

Más de la mitad del territorio peruano es selva amazónica--representa 13,5% del total continental--, siendo el segundo territorio nacional amazónico más grande después del Brasil. Pero el papel que cumple nuestra Amazonía no es solo el de depositaria de riqueza natural. En la actualidad, la preocupación mundial por el calentamiento global obliga a que estos bosques tengan la prioridad de la conservación para los intereses globales. Sin embargo, aunque existe un marco legal relativamente adecuado, la escasa asignación presupuestal proveniente del Estado obliga a mirar opciones que permitan el financiamiento necesario para realizar las acciones de protección y manejo.

Nuestra selva posee una riqueza natural que puede autofinanciar los costos de su conservación a través de mecanismos como el mercado de bonos de carbono, entre otras fuentes de recursos financieros que aún le son esquivos. En el Protocolo de Kyoto (1997), los principales países industrializados--a excepción de Estados Unidos de Norteamérica--han establecido un acuerdo que fija metas cuantificadas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2012: los bonos de carbono forman parte de las estrategias para el cumplimiento del acuerdo. Con este acuerdo, los países industrializados promoverán la reducción paulatina de la emisión de GEI de sus industrias, y muchas de ellas, a su vez, aceptan el compromiso de contribuir con una cantidad de dinero por cada tonelada de C[O.sub.2] que emiten. Dicho recurso financiero es puesto a disposición de quienes demuestren su contribución al control de estos gases. (1) Contrariamente a lo que la gran mayoría piensa, este no es un mecanismo descontaminante, sino un sistema que establece un bien canjeable por la mitigación que se produce de los efectos de la emisión excesiva de dióxido de carbono.

Si miramos ese 57,6% del territorio peruano como una potencialidad para el aprovechamiento de losbonos de carbono, tendríamos que ser capaces de evaluar cuál es el volumen de toneladas de C[O.sub.2] que contribuimos a controlar e iniciar las acciones para acceder a esos recursos, tarea técnica que no es fácil de realizar por lo complejo de su diseño y lo costoso de su ejecución. Con este mecanismo nuestras áreas naturales protegidas, sobre todo las de la selva, podrían ver resueltas sus limitaciones financieras.

EL BOSQUE DE PROTECCIÓN SAN MATÍAS--SAN CARLOS

En el Perú existen 75 áreas naturales protegidas de administración nacional reconocidas por el Estado, 32 de las cuales están en la selva. Estas conforman el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SINANPE). Cada una tiene problemáticas distintas, pero comparten--sobre todo en el caso de aquellas que están bajo la responsabilidad estatal--la falta de recursos financieros para el cumplimiento de los objetivos de sus planes maestros.

El Bosque de Protección San Matías--San Carlos (BPSMSC) es una área natural protegida (ANP) de uso directo, es decir, permite el aprovechamiento o extracción de recursos por las poblaciones locales en aquellas zonas definidas por el plan de manejo del área. Cualquier otro tipo de usos y actividades que se desarrollen deberán ser compatibles con los objetivos del área. Así, se reconoce la existencia de comunidades nativas de las etnias Yanesha y Asháninka dentro del bosque...

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