De-construcción histórica del feminismo: ¿un atentado ideológico planificado contra la familia?

AutorKathya Lisseth Vassallo Cruz
CargoProfesora del Área de Historia y Filosofía del Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo
Páginas1-21

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Introducción

Partiendo de un recuento histórico del feminismo instaurado en momentos claves de la historia humana, se busca penetrar en sus idearios y objetivos, con la intención de evidenciar las señales que marcaron el traspaso de una revolución social a una revolución sexual ideologizada.

La ubicación en el tiempo del feminismo de género, y el establecer puntos convergentes con otros movimientos permitirá desentrañar fielmente los reales fines de la ideología de género, y hará posible que se ponga sobre la mesa las estrategias entretejidas para la obtención de sus intereses.

Mostrada la realidad ideológica en cuestión, es propio develar la existencia o no de una vinculación entre: los puntos de ataque del movimiento ideológico de género, y la serie de problemas y dificultades que la familia hoy en día se encuentra atravesando.

I Recuento histórico del feminismo y la formación del pensamiento ideológico de género
1. Injusticias del pasado

Es propio hacer una remisión histórica al siglo XVIII, época en la que se han encontrado frases atentatorias, y expresiones que eran proferidas de una manera osada y sin veto alguno. Entre las frases y expresiones que mellaban la dignidad de la mujer de la época, destacó la siguiente: "Una mujer que piensa es tan repugnante como un varón que se maquilla"1; es por demás referir que, dicho enunciado centra en lo físico y externo el despliegue de la personalidad femenina; lejos de lo cual, la mujer no debía expresar lo que yacía en la interioridad de su ser; una interioridad que se encontraba presa, y a la vez deseosa de ser compartida a los demás.

Resulta obvia la situación de inferioridad a la que se vio sujeta la mujer durante varios siglos, tiempo donde fue considerada una figura secundaria, tanto en los argumentos teóricos esgrimidos,

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como en la vida práctica2; encontrándose inmersa la mujer dentro de un contexto social donde el varón asumían la figura principal, un lugar protagónico que le llevaba a actuar -en consecuencia-con ciertos tonos de superioridad, una actitud generalizada que impedía al hombre tomar con seriedad la participación de la mujer en la vida social.

Lo expuesto llegó a ser una constante realidad para la mujer, motivadora de marcadas críticas, entre las que destaca la vertida por Jutta Burggraf, quien vislumbró a una mujer despreciada durante milenios. La misma autora reseñó que para algunos:

... la miseria comenzó ya en las antiguas civilizaciones. Fue entonces cuando Aristóteles erigió la tesis de que la naturaleza había creado algunos individuos para que éstos mandasen sobre los demás, y otros para que los obedeciesen. Entre los primeros estarían por supuesto, los varones, entre los segundos, las mujeres [a quienes se les pone] a una misma altura con las flores cuyo cometido es sólo adornar la tierra3.

Cavilando en lo citado, quién pensaría que lo dicho por Aristóteles sería tergiversado, calaría tan profundo, y nutriría la argumentación de la ideología marxista. Una ideología que veía en la historia una lucha continúa de opresores y de oprimidos, una división de clases que debía ser eliminada, por hacer de los oprimidos seres inferiores; destacó como claro ejemplo a la mujer oprimida y al varón opresor.

2. Revolución Social: Ideología Marxista

La perspectiva ideológica marxista vio necesario gestar una lucha por la eliminación de las diferencias culturalmente arraigadas entre varón y mujer, características diversas que -a su modo de ver- no eran fruto de un hecho biológico, sino más bien, de un condicionamiento social que apresaba y sometía a la mujer.

La lucha por erradicar las diferencias entre los sexos, fue uno de los principales objetivos esgrimidos dentro del ideario marxista. Propiamente, a través de la abolición de la propiedad privada se buscaba la eliminación de la raíz económica en la familia burguesa, con miras a poner en marcha, la supresión de la explotación económica y sexual de la mujer.

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Mientras tanto, lo no previsto por los propulsores marxistas se centró en lo siguiente: su ideología no sólo daría inicio a la "reivindicación de la mujer"; sino que a su vez, sentaban los cimientos del traspaso de una relación hombre-mujer a una relación hombre-"hombre", donde se tildaban como obstáculos tanto al matrimonio como a la maternidad. Ello tras relacionar, de forma enérgica y equívoca, el problema de la desigualdad social con aquellas diferencias que se desprender por razón del sexo4.

Si bien, las primeras manifestaciones que surgieron hallan su raíz en injusticias cometidas contra la mujer de la época, en su momento estás no eran consideradas injusticias por los demás miembros de la sociedad; ello movió a los iniciadores, a armar con ropajes radicales las manifestaciones que gestaron, en la búsqueda por: a) desafiar las circunstancias históricas que mantenían y continuaban un trato marcado por prejuicios contra la mujer, y b) liberar a la mujer de los obstáculos que durante mucho tiempo le fueron colocados y le impidieron el libre acceso al mundo social y laboral. Pero a costa de incorporar a la mujer en modos de organización social diseñados para los hombres5, no promoviendo su adecuación, sino haciendo de lado al "ser mujer" y su feminidad para forzar su ingreso. De esta forma, la revolución social -sin buscarlo y por defecto- marcaba las pautas de una potencial revolución sexual.

3. Revolución sexual: El movimiento feminista

Pese a haber eliminado la propiedad privada, facilitado el divorcio, haber forzado la entrada de la mujer al mercado laboral y colocado a los niños en institutos de cuidado diario -en lo que a erradicación del sistema de clases se trata- los esfuerzos de los marxistas no dieron sólidos resultados. Como efecto concomitante, lo que trajo consigo la revolución marxista fue el surgimiento de movimientos feministas, que iniciaron por pronunciar duras críticas a los marxistas, atribuyendo su fracaso a la concentración de esfuerzos por buscar soluciones económicas, sin haber direccionado de forma directa un ataque a la familia6, vista por estos movimientos como "institución opresora", causa real y verdadera de la división de clases.

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Antes de descender a una exposición de los movimientos feministas que se constituyeron a lo largo de las últimas décadas, es preciso postular a los forjadores teóricos de la revolución sexual.

3.1. Teóricos de la revolución sexual: los neomarxistas

Entre los principales teóricos neomarxistas tenemos a Simone de Beauvoir. Una autora que, además de poner en discusión la relación varón-mujer, atacó desde lo más íntimo a la feminidad, argumentando que la mujer es "más mujer" cuanto menos ligada se encuentre a la maternidad. Para dicha teórica neomarxista, la "mujer no nace, se hace": en mérito a ello serían los factores sociales los que determinarían a la mujer, más no la estructura biológica que la conforma. Su postura acoge una idea de neutralidad en el sexo de la persona; y en consecuencia, sería imposible hablar de una relación de pareja, por ser -a su modo de ver- una realidad de difícil realización. Con ello llega a la siguiente conclusión: el "mito del eterno femenino" resulta ser una creación elaborada por el varón7.

Se suma a esta postura los pensamientos de William Reich y -del destacado neomarxista- Herbert Marcuse8. Según dichos teóricos, la sexualidad se ve reducida a mera genitalidad, de allí es donde parte la propuesta de un liberalismo sexual abocado a un estilo de vida sin inhibiciones y normas éticas, con el que se lograría alcanzar la más alta satisfacción de los instintos, hasta concebir -posición extrema de Marcuse- un poliformismo sexual, tanto hetero como homo orientado, que abriría las puertas a un máximo de libertad sexual9.

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Ambos teóricos de la liberación sexual llegan a coincidir, califican al matrimonio monogámico como una figura represiva e impuesta socialmente, una institución que limita el ejercicio de la libertad de la persona. A su modo de ver, el ejercicio de la libertad debe ser absoluto y encontrarse despojado de responsabilidades; lo mismo que el ejercicio de la sexualidad, la cual únicamente puede ser vivida sin sujeción a finalidades ni condicionamientos: eros sin ethos, fiesta sin reglas.

3.2. Las primeras reacciones de las mujeres

No se hizo esperar la reacción de grupos femeninos; los cuales, nutridos de las teorías y posturas expuestas con antelación, enrolaron las listas de los primeros movimientos feministas, que: a) apuntaban a una lucha por obtener la igualdad entre mujeres y hombres; y b) reclamaban, el reconocimiento de los mismos derechos y el acceso a las mismas oportunidades para todas las personas, direccionándose a un tratamiento no diferencial en la sociedad entre hombres y mujeres10.

Si bien, llegaron a forjarse diversos movimientos feministas, con una meta común: la obtención de la igualdad entre varones y mujeres; no sucedió lo mismo con los objetivos específicos, que destacaban puntos diferenciales entre uno y otro tipo de movimiento. Básicamente la no existencia de una sola versión del feminismo se debió a múltiples factores como: teorías acogidas y el espacio geográfico en que surgieron11.

Al margen de la diversidad existente, es propio destacar que los movimientos feministas obtuvieron logros significativos...

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