Falacias que resultan de ambigüedades

AutorStephen Toulmin - Richard Rieke - Allan Janik
Páginas245-255
Capítulo 19
Falacias que resultan de ambigüedades
Un vistazo rápido al diccionario nos muestra cuántas palabras
de uso común tienen más de un significado. La palabra banco, por
ejemplo, puede referirse a un tipo de asiento, a un conjunto de peces
o a una empresa que realiza operaciones financieras. Por supuesto,
la palabra banco no es un tipo de palabra que plantee problemas se-
rios; normalmente está claro por el contexto de la discusión cuál es
el sentido que se pretende transmitir. (Todo depende de si el tema
en discusión es dónde sentarse, el mundo animal o una operación
financiera.) Pero si la discusión trata sobre, por ejemplo, el papel de
los “intereses privados” en la política, el asunto puede no estar tan
claro. En este contexto, el término interés puede referirse a las cosas
que determinado grupo o individuo desea o también a sus necesidades
—que pueden no ser las mismas que sus deseos o apetencias—. Así
que un argumento político sobre “intereses” que no distinga desde el
principio entre deseos y necesidades puede terminar fácilmente en
un malentendido caótico o en digresiones improductivas.
No solo las palabras individuales sino también los enunciados y
las preguntas pueden ser ambiguos y por tanto llevar a confusión. Se
cuenta que al periodista de un periódico le pidieron que escribiera
un artículo sobre Cary Grant para el suplemento dominical. Al releer
su borrador, el periodista se dio cuenta de que no había incluido la

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