El equilibrio y los equilibristas

Por Universidad del Pacífico

De 1993 en adelante, en el Perú se respira un mismo período histórico. El corazón de esta familiaridad radica en la Constitución actual. Para ser más precisos, en su capítulo económico, que, en síntesis, establece una relación entre mercado y Estado que favorece la acción del privado y restringe la estatal. Otros acápites de la Constitución se han alterado y pronto lo serán nuevamente. Pero no el económico. Además, el gobierno de Fujimori pisoteaba los capítulos no económicos de la Constitución, lo que revelaba su irrelevancia institucional. Entonces, en este cuarto de siglo, solo el capítulo económico ha tenido vigencia ininterrumpida. Es nuestra única institución sólida. Habrá quien lo lamenta y habrá quien lo celebra. Así es la viña del Señor.Los científicos sociales dirán que esta longeva institución (25 años de vigencia para nosotros es como el hábeas corpus inglés de 1679) está en equilibrio. Ahora bien, de la mano de esta institucionalidad económica han emergido principios, prácticas y condiciones políticas que constituyen bases fundamentales para el equilibrio.Quiero subrayar tres de estos asientos políticos. Primero, la desconfianza del poder político hacia la ciudadanía. Nuestra era se inaugura con la voluntad de mantener a la sociedad al margen, cuanto sea posible, de las decisiones gubernamentales. Lo ha apuntado Maxwell Cameron, la Constitución de 1993 ?a diferencia de la del 79 y de la tradición constitucional liberal? no se abre con un ?nosotros? que invoca a la soberanía popular. Más bien, es un tercero, el Congreso Constituyente Democrático, quien resuelve ?dar? la Constitución. Hartos de un siglo XX embotado de pueblo y diferencias, nuestra cuna política fue anticiudadana.En concordancia ?es mi segundo punto? encarnó una forma de gobernar que replica la ambición de don Porfirio Díaz en el siglo XIX mexicano: ?mucha administración y poca política?. Y la administración, por definición, pertenece al Ejecutivo. La política, en cambio, a la sociedad y su representación. Traducción: el orden natural es un Ejecutivo que escuelea al Congreso. Como lo ha enfatizado Pierre Rosanvallon en términos mundiales, se ingresó a un período que rechaza a los parlamentos como entes de gobierno. El presidente devino en administrador de lo ya convenido. Metas e indicadores le plantaron cara al sufragio. Mandó el técnico y el gerente. Al político le quedó asilarse en un Congreso que era mantequilla.En tercer lugar, lo...

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