«El retorno de los vencidos». Los ayacuchos se justifican (1824-1833)

AutorAscensión Martínez Riaza
Páginas181-214
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Ascensión Martínez Riaza
«El retorno de los vencidos». Los ayacuchos se justifican (1824-1833)
CAPÍTULO VI
«EL RETORNO DE LOS VENCIDOS».
LOS AYACUCHOS SE JUSTIFICAN (1824-1833) 1
Ascensión MARTÍNEZ RIAZA
Universidad Complutense de Madrid
El general La Serna no tuvo con que atender a su curación ni en el Janeiro
ni en Burdeos, sin embargo que tanto lo necesitaba; y yo me gloriaré siempre
de haberme embarcado para Europa sin un peso y sin camisa, no obstante de
no haber tenido vicios, a lo menos que me costasen dinero. Exposición que
dirige al Rey D. Fernando VII el mariscal de campo don Jerónimo Valdés so-
bre las causas que motivaron la pérdida del Perú, Vitoria, 12 de julio de 1827,
conde de Torata, Documentos para la historia de la guerra separatista del Perú,
t. I, 1894, p. 103.
1. INTRODUCCIÓN
En la tendencia reciente de la nueva historia política de reconstruir los cir-
cuitos de poder a partir de las biografías relacionadas de los actores sociales, los
Ayacuchos son aún piezas sueltas del rompecabezas. Ayacuchos fue la expresión
acuñada por los adversarios del militar y político Baldomero Fernández Esparte-
ro para hacer referencia a militares de su círculo que bajo su auspicio entraron en
política y formaron una red de notable influencia durante la primera guerra car-
lista (1833-1839) y, sobre todo, durante su Regencia (1840-1843) 2. El grupo de
1 Este trabajo forma parte del Proyecto de Investigación Cambios e innovaciones sociales: España
y el Perú de la crisis del Imperio transoceánico al Estado liberal HAR2015-67197-R, financiado por el
Ministerio de Economía y Competitividad de España.
2 Benito PÉREZ GALDÓS trató el ambiente político en Los Ayacuchos, Episodios Nacionales ter-
cera serie, Obras completas, t.II, Madrid, Aguilar, 1951, p.1206. Uno de los personajes refiriéndose
a la Regencia de Espartero y a la formación de Gobierno escribía en una carta familiar: «El Ministerio
entrante es calificado como de la peor extracción ayacucha. Y yo pregunto: ¿Qué significado tiene
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los llamados Ayacuchos tiene unos perfiles poco definidos. El nombre proviene
de la batalla de Ayacucho de 9 de diciembre de 1824 que puso fin a las guerras de
independencia en la América continental y selló el fin de la dominación española,
aunque algunos de los así llamados no llegaron a estar en la Pampa de la Quinua,
entre ellos el propio Espartero que había marchado a España en junio de 1824
en una misión encomendada por el virrey La Serna 3. La plana mayor del ejército
realista que intervino en la «desgraciada batalla», expresión con la que los ofi-
ciales realistas se referían a la derrota, los stricto sensu Ayacuchos, la formaban
el virrey José de La Serna (comandante de los ejércitos), el teniente general José
de Canterac (jefe del Estado Mayor), el general Jerónimo Valdés (al frente de la
división de Vanguardia), el brigadier Valentín Ferraz (comandante de caballería),
el brigadier Andrés García Camba y Ramón Gómez de Bedoya (brigada de ca-
ballería), el general Juan Antonio Monet (primera división), el general Alejandro
González Villalobos (segunda división), el general José Carratalá (división de
reserva), y Fernando Cacho (comandante general de artillería) .
La historiografía los ha tratado, aunque en menor medida que a los oficia-
les independentistas 4. Su trayectoria en el Perú y su intervención en la toma de
esta palabra y qué se quiere expresar con ella? Ni Espartero estuvo en la batalla de Ayacucho, funesta
para nuestra nacionalidad en América, ni los feligreses de su camarilla a los que acusamos de infini-
tos males pelearon tampoco en aquella célebre acción de guerra...». Natalia SOBREVILLA incide en lo
ya expuesto por otros autores, entre ellos el conde de Torata, sobre el carácter transatlántico de los
Ayacuchos y cómo América fue un espacio de relación que contribuyó a formar redes que les auparon
a posiciones políticas en la España del sigloXIX, en «From Europe to the Andes and back: Becoming
los Ayacuchos», European History Quaterly, vol.41, núm. 3, 2011, pp.472-488. Julio ALBI, desde la
historia militar, dedica atención al proceso que llevó a Ayacucho y a seguir la trayectoria de los oficiales
antes, durante y después del 9 de diciembre de 1824, El último virrey, Madrid, Ollero y Ramos, 2009,
pp.673-693.
3 Baldomero Fernández Espartero partió a América en la Expedición de Pablo Morillo en 1815 y
se de ahí trasladó al Perú. Consiguió ascensos y se vinculó a la camarilla de La Serna, que en 1824 le
confió la misión especial ante el Rey de entregar documentos sobre su gestión desde el 29 de enero de
1821 en que se produjo el pronunciamiento de Aznapuquio por el que un grupo de oficiales depuso
al virrey Pezuela, hasta finales de 1823, y solicitar que ratificara los ascensos que había efectuado
en el ejército. Después de terminar el encargo regresó al Perú desde Burdeos el 8 de enero de 1825
cuando ya se había producido la capitulación de Ayacucho. Pudo retornar a la Península tras meses
tratando de reunir fondos para el pasaje y tras recalar en Río de Janeiro el 17 de septiembre, arribaba
a Burdeos en diciembre de 1815, según referencia de SHUBERT. Durante las guerras carlistas, la Re-
gencia y el bienio progresista reproduciría las prácticas clientelares que se habían tejido en el Perú.
Adrian SHUBERT tiene en curso una monografía sobre Espartero, le agradezco el haberme permitido
consultar el capítulo, inédito, que dedicó a su estancia en el Perú. Expediente Personal Archivo Gene-
ral Militar de Segovia (AGM Segovia), 1.ª sección, Celeb., caja 52, exp.1 (copia en Archivo General
Militar de Madrid). Ver Adrian SHUBERT, «Baldomero Espartero (1793-1879). Del ídolo al olvido»,
en Isabel BURDIEL y Manuel PÉREZ LEDESMA (coords.), Liberales, agitadores y conspiradores, Madrid,
Espasa, 2000, pp.185-208; José CEPEDA GÓMEZ, «El general Espartero durante la década ominosa
y su colaboración con la política represiva de FernandoVII», Cuadernos de Historia Moderna y
Contemporánea, núm.2, 1981, Madrid, pp.147-163. DURÁN-LORIGA Y RODRIGÁÑEZ, «Los que no
estuvieron en Ayacucho: Espartero, Olañeta y Loriga», Boletín de la Real Academia de la Historia,
t.208, CuadernoII, 2011, Madrid, pp.35-82.
4 Son referentes Julio ALBI, Banderas olvidadas. El ejército realista en América, Madrid, Cultu-
ra Hispánica, 1990; Julio Mario LUQUI-LAGLEYZE, El ejército realista en la Guerra de Independencia
(estudio orgánico y sociológico del ejército real), Buenos Aires, Instituto Nacional Sanmartinia-
no,1995.
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decisiones ha sido abordada por investigaciones recientes que inciden en que la
ideología liberal o absolutista no es el criterio explicativo de su comportamien-
to 5. La propuesta se centra en los dos altos oficiales que junto con el virrey La
Serna fueron máximos responsables de las fuerzas españolas desde la deposición
del virrey Pezuela en el pronunciamiento de Aznapuquio el 29 de enero de 1821.
Se trata del jefe del Ejército del Norte y jefe del Estado Mayor José de Canterac,
y el jefe del Ejército del Sur y de la División de Vanguardia Gerónimo Valdés.
Ambos elaboraron discursos prácticos presentando los acontecimientos políticos
y militares en los que participaron e hicieron diagnósticos y propuestas sobre
cómo llevar la guerra. Lo hicieron en los partes de guerra, en las proclamas a la
población y en la correspondencia que mantuvieron entre ellos, con las instancias
centrales, la máxima autoridad virreinal y los insurgentes 6.
La propuesta pone el foco en los términos de su salida del Perú y cómo su
propósito, rayano en la obsesión, fue ir a «besar la mano del rey» para explicarle
las razones por las que se había llegado a la «desgraciada batalla» de Ayacucho 7.
Fernando VII no les recibió, aunque no hizo una condena explícita de la derrota.
Dejaron testimonio de su experiencia peruana, y desde el discurso y la praxis tra-
taron de «justificarse», reivindicar su honor y continuar su carrera militar. Como
el resto de los oficiales pasaron por el proceso de purificación implementado por
el segundo absolutismo que les permitiría calificarse y optar a destinos, ascensos
y haberes. Después de unos tiempos difíciles se produjo un viraje en su situación
a partir de 1827 cuando el Rey buscó a oficiales experimentados para comandar
sus ejércitos en los dos frentes abiertos contra los liberales y los absolutistas
5 Así lo entienden, entre otros, John FISHER, «The Royalist Regime in the Viceroyalty of Peru 1820-
1824», Journal of Latin American Studies, vol.32, 2000, pp.55-84; Cristina MAZZEO, «Los nudos de
la desunión: conflictos y divergencias en la dirigencia del ejército realista durante la emancipación del
Perú, 1810-1824», Revista de Indias, vol.69, núm. 247, 2009, Madrid, pp.105-136; José DE LA PUENTE
BRUNKE, «“Todo fue atolondramiento, todo confusión”. Los militares realistas en la guerra de indepen-
dencia del Perú y sus desavenencias», en Carmen MCEVOY, Mauricio NOVOA y Elías PALTI (eds.), En
el nudo del imperio. Independencia y democracia en el Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos-
Instituto Francés de Estudios Andinos, 2012, pp.187-206, y Julio ALBI, El último virrey, op.cit. Del
otro lado, Wagner DE REYNA explica ciertas decisiones y actitudes en clave de diferencias ideológicas,
ver «Ocho años de La Serna en el Perú (De la “Venganza” a la “Ernestine”)», Quinto Centenario, núm.
8, 1985, Madrid, pp.37-59. El marqués de Laserna pone por delante la lealtad al Rey, pero entra en
consideraciones ideológicas sobre las bondades del absolutismo, MARQUÉS DE LASERNA, José de la Ser-
na. Último virrey español, León, Akrón, 2010.
6 Mientras Valdés mantuvo un perfil eminentemente pragmático, Canterac sí acudió en algunos
casos a discursos doctrinales como se advierte en la correspondencia que mantuvo con José de San
Martín de cara a unos posibles acuerdos en la estela de las negociaciones de Punchauca, ver Sigfrido
VÁZQUEZ CIENFUEGOS, «José de San Martín: su imagen en las negociaciones en vísperas de la ocupación
de Lima», en Luis NAVARRO (ed.), José de San Martín y su tiempo, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1999,
pp.217-230; Ascensión MARTÍNEZ RIAZA y Alfredo MORENO CEBRIÁN, «La conciliación imposible. Las
negociaciones entre españoles y americanos en la independencia del Perú, 1820-1824», La independen-
cia inconcebible. España y la «pérdida» del Perú, 1820-1824, Lima, Pontificia Universidad Católica-
Instituto Riva Agüero, 2014, pp.112-114.
7 Para su actuación hasta Ayacucho, Ascensión MARTÍNEZ RIAZA, «“Contra la independencia”. La
guerra en el Perú según los militares realistas (1816-1824)», en Carmen MCEVOY y Alejandro M. RA-
BINOVICH (eds.), Tiempos de guerra. Estado, nación y conflicto armado en el Perú, siglos XVI-XIX, Lima,
IEP, 2018, pp.139-168.
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