El efecto ?circulina?

Por Alfredo Bullard. Abogado

Es un curioso aparatito. Su magia es cautivante. Una luz roja dando vueltas es colocada en el techo de un auto, indicando que su ocupante es ?alguien importante?. Esa lucecita permite detener el tráfico, abrirse paso, y pasar delante de los ciudadanos comunes y corrientes que son paralizados (pasmados suena quizás más pertinente) sobre el pavimento.

No creo que su función real sea que su usuario llegue más temprano a donde va. Tampoco creo que sea darle más seguridad. Esas son consecuencias accidentales. Su función se asemeja a la de otros símbolos convencionales de poder: las ?fajas? ministeriales y presidenciales, los uniformes de las Fuerzas Armadas, las varas de mando, las medallas o las togas y pelucas de los jueces. Las circulinas son signos visibles del poder. Están allí para inflamar la autoestima de los funcionarios. Son como una droga que se usa para generar placer y satisfacción. Eso de tener escoltas que sacando la mano por la ventana y estirando un dedo consiguen que tus congéneres detengan sus automóviles o abran rejas o vallas debe ser lo más parecido a volar como Superman o disparar rayos como Ironman.

Henry Kissinger decía que el poder era el mayor de los afrodisíacos. Sus efectos sobre la voluntad humana son devastadores. Convierte a personas buenas, sencillas y corrientes en perfectos patanes. Conduce al descontrol, a la pérdida de nuestras facultades, a la desaparición de la simpatía y la anulación de la empatía. Engorda el ego y adelgaza la razón.

El poder, en ese sentido, nos aleja de los demás. Nos hace ajenos, y al hacernos ajenos nos hace insensibles. Convierte al prójimo en súbdito. Y ello es más lamentable en un funcionario público, cuyo propósito debería ser servir a los demás.

Un buen ejemplo del peligro del poder es el protagonizado por el ex ministro Villena. Imagino que debe ser un tipo normal. No lo conozco, pero quienes lo hacen no tienen mala opinión de él. Sin embargo, los afrodisíacos pueden acabar con los límites morales del más pintado. Un incidente tan irrelevante como perder un avión puede conducir a resultados...

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