Editorial

NOVIEMBRE de 2020 3
uando este número de La Revista Agraria estaba por aparecer, se produjo el
golpe parlamentario que ha vacado al presidente Vizcarra. Esto nos obliga a
cambiar el editorial, que llamaba la atención acerca de la urgente necesidad
de que el gobierno designara una comisión de emergencia para atender la cuesón
alimentaria; una comisión pluralista, con parcipación de los sectores público, pri-
vado y de la sociedad civil, que hiciera un seguimiento connuo sobre la situación
alimentaria de la población y la progresión de la campaña agrícola en marcha.
Pero la vacancia decretada por el Congreso hace casi inúl el reclamo de crear
tan necesaria comisión, pues no hay nada más lejano del gobierno ilegímo que
está en el poder que atender las necesidades de la población. No han tomado el
poder para aplicar una estrategia más ecaz en la lucha contra la pandemia. No lo
han usurpado para atender a las necesidades de los pequeños agricultores, que
tratan de sacar adelante esta campaña agrícola en medio de carencias. No lo han
usurpado para garanzar la educación de niños y jóvenes, que no pueden asisr
a sus instuciones; ni para mejorar la calidad educava, pues los golpistas solo
ven en la educación un movo de lucro. Tampoco lo han usurpado para resisr
las múlples maas dedicadas a la rapiña que depreda los recursos naturales. Ni,
por supuesto, para moralizar la políca —son decenas los congresistas que, con
procesos judiciales en marcha, votaron por la vacancia—. Ni para defender los
derechos de las poblaciones marginadas, calicadas como «llamas» y «vicuñas»
nada menos que por el presidente del Consejo de Ministros.
El gobierno ilegímo está para deshacer los avances dirigidos a que los
jóvenes accedan a una educación de calidad; para connuar con el debilita-
miento de las normas ambientales y favorecer a las maas mineras informales
que depredan los bosques; para proteger a los piratas del transporte público,
que degradan aún más la calidad de vida de sus usuarios; para erosionar la
decencia que aún queda de las instuciones públicas; para envilecer aún más
los comportamientos polícos; para ignorar o desconocer los derechos con-
quistados por las minorías étnicas y de género; para disponer de los recursos
públicos en provecho personal y de grupo.
Para que, al nal de cuentas, la corrupción y la impunidad sean la nueva
normalidad; para que el abuso de poder no tenga restricciones; para que no
haya contrapesos entre los poderes del Estado; para que los ciudadanos y ciu-
dadanas tengan menos derechos; para que la juscia se rinda ante la codicia.
Para todo esto se ha dado el golpe. Para regresar a la barbarie.
Felizmente, el pueblo peruano no es bárbaro. Sabrá responder.
editorial
C
Fernando Eguren
Director de La Revista Agraria
Y llegaron los bárbaros

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