Hacia una ética planetaria: dignidad, bienestar y ciudadania

AutorBaldo Kresalja Rosselló
Páginas171-184

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8.1 En nuestras actuales sociedades, muchas de ellas internamente pluralistas, existe una gran heterogeneidad que se manifiesta en la coexistencia de grupos humanos de diversos tipos —étnicos, religiosos, culturales, biológicos— algunos de los cuales sostienen una ética propia y una cierta cosmovisión que responde a un determinado modo de vida. Junto a ese pluralismo ético ha ido apareciendo la necesidad de una moral común, al menos parcialmente común, que pueda servir de base a la cooperación internacional, tan necesaria para afrontar los problemas globales. “Las sucesivas declaraciones de derechos humanos y los principios de acuerdo moral entre las grandes religiones serían manifestaciones de este impulso de convergencia hacia un núcleo ético compartido, no necesariamente incompatible con una amplia pluralidad de creencias y prácticas no compartidas. Un mínimo de acuerdo mundial en ciertas cuestiones éticas básicas es absolutamente necesario para afrontar ciertos problemas conPage 172 alguna probabilidad de éxito”245. En efecto, existen reiterados intentos que ponen en evidencia la posibilidad de un punto de vista moral universal.

Como bien dice Martínez Navarro, a quien seguimos en este punto246, puede afirmarse que existe una amplia convergencia entre diferentes tradiciones y autores de muy diversa procedencia cultural en torno a unas exigencias mínimas de justicia expresadas en términos de derechos humanos. El principal escollo, dice ese autor, no es tanto el desacuerdo en los términos generales sino en los medios que se proponen como adecuados. La equidad sólo puede manifestarse como característica de algo, por ejemplo de un sistema socio-económico, pues no existe en abstracto, sino más bien realidades humanas que podemos juzgar como equitativas o no conforme a ciertos criterios. La equidad debe ser una cualidad de la estructura social básica, esto es, del conjunto de las principales instituciones socioeconómicas y políticas que rigen la vida interna de la sociedad. Y en muchas ocasiones esa estructura está contenida en la Constitución Política de los Estados. Por lo demás, se acepta sin mayor polémica que el contenido del bienestar mundial está conformado por los llamados “bienes del desarrollo”, tales como la superación de las desigualdades, la eliminación de la miseria, la defensa de la diversidad cultural y la lucha contra la degradación ecológica.

8.2 Como hemos ya señalado, la característica actual de la globalización es el entrelazamiento entre el capitalismo financiero y las tecnologías de la comunicación, que parecen sobrepasar cualquier control por parte de los Estados nacionales y, por tanto, de sus políticas sociales. Ello pone en evidencia la necesidad de unaPage 173 ética universal, esto es, una macroética de responsabilidad planetaria en el cual tenga presencia el concepto de corresponsabilidad en lugar de la tradicional responsabilidad personal, por el hecho de que la primera no le ha sido asignada a un individuo dentro del marco de una institución y no puede estar relacionada con los deberes de una obligación individual, sino que precede a toda asignación de responsabilidades políticas en una democracia, capaces de responder a la exigencia de asumir los efectos de las acciones colectivas. Ello va más allá de los Estados constitucionales, cuya interacción política en asuntos exteriores no ha sido sujeta a un orden de leyes global con las sanciones pertinentes247.

En este contexto, es preciso analizar el rol que juega la economía de mercado, pues la competencia entre rivales y la lucha por el beneficio es librada, regulada y apoyada por un sistema de normas jurídicas con la finalidad de que el suministro de bienes materiales sea lo más eficiente posible. Sin embargo, a nivel mundial la presuposición idealizada de que una economía de mercado completamente liberalizada pueda ser una garantía para el suministro más eficiente de bienes materiales, se basa en que los seres humanos como sujetos de necesidades vitales fueran idénticos a los sujetos de las demandas económicamente relevantes. Porque, como dice Apel:

“podría suceder que las reglas del juego de una economía de mercado máximamente eficiente derivaran en una exclusión progresiva de partes de los consumidores virtuales —por ejemplo, los pobres sin poder de mercado ni intercambio— de todo el suministro de vital necesidad”248.

Entonces, la pregunta relevante es si el proceso de globalización al nivel de una economía de mercado, en el que como hemos dichoPage 174 existe en la globalización actual un entrelazamiento del capitalismo financiero y la tecnología de comunicaciones, se traducirá en una mejora en el suministro de bienes a todos los consumidores posibles o, por el contrario, producirá una mayor polarización entre ricos y pobres. Así, pues, a la propuesta de creación de un orden de leyes cosmopolita debe sumarse un marco institucional de política social que podría denominarse “economía social de mercado”, una de cuyas funciones es impedir la exclusión de los participantes débiles en el mercado. Y ello llevaría a una discusión en profundidad de los derechos y obligaciones universales de todos los seres humanos, una discusión ética sin duda alguna, que es la de los derechos humanos y a la que debe sumarse el problema de determinar las condiciones morales y jurídicas de una sociedad multicultural.

En síntesis, una concepción de la ética universal como una respuesta al proceso de globalización debería ser más que un mero acuerdo sobre una cierta enumeración de valores, aunque ésta (como lo ha sido la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948) pueda ser muy útil, e incluir una declaración similar de deberes o responsabilidades morales, con el propósito de contrarrestar el “debate sobre los derechos”, que ha sido acusado de ser una expresión del individualismo egoísta occidental249.

8.3 La regla de oro de la dimensión ética del ordenamiento político mundial, dice Küng250, es que los seres humanos han de tratar a los demás como ellos mismos quisieran ser tratados; base sobre la cual se desarrollan luego los valores fundamentales como el respeto a la vida, libertad, justicia, solidaridad, integridad, etc. Por cierto, estos valores deben explícitamente formar parte de una ética civil global con derechos y deberes específicos, asumida por todo el conjunto dePage 175 entidades y empresas públicas y privadas, por colectivos humanos y por individuos. Los deberes son, por ejemplo, contribuir al bien común, tener en cuenta las repercusiones de las propias acciones en la seguridad y bienestar de otros, exigir la igualdad de derechos, preservar la herencia cultural y espiritual de la humanidad, velar por los intereses de las futuras generaciones, participar activamente en el ordenamiento político y comprometerse a eliminar la corrupción, entre otros. Todo ello está contenido en el informe de la Comisión para un Ordenamiento Político Mundial creada por las Naciones Unidas que lleva el título “Vecinos en un único mundo” de...

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