Qué difícil es ser oligarca

Rusia es conocida por sus trapecistas. Pocos han dominado ese arte tan bien como Vladimir Potanin, de 61 años y su empresario más rico (su fortuna bordea los US$23,000 millones). Tras sobrevivir a la caída del comunismo, participó en el diseño del esquema de privatización que aplicó Boris Yeltsin, y lo usó para tomar posesión de Norilsk Nickel, una de las mayores productoras mundiales de níquel y paladio, en la que mantiene la mayoría accionaria. Es uno de los pocos oligarcas de esa era en prosperar bajo el régimen de Vladimir Putin.

Una de las características extrañas de la globalización es que autocracias como Rusia y China son caldo de cultivo para el surgimiento de multimillonarios. El colapso de la Unión Soviética y la apertura de la comunista China han hecho tanto como la magia tecnológica de Silicon valley para estimular una nueva edad dorada para los superricos. Los años de capitalismo salvaje en China y Rusia provocaron un reacomodo de la riqueza en ambas que quizás no tenga paralelos en la historia.

Sin embargo, esas fortunas pueden desplomarse con la misma rapidez con que ascendieron. El mismo cóctel de oportunismo y riesgo que genera sus bonanzas las hace vulnerables. Esa es la principal lección que surge de los aproximadamente US$ 100,000 millones que los rusos más ricos han perdido desde inicios de año, según el índice de multimillonarios de Bloomberg. Pero no es exclusivo de Rusia.

Los magnates de China, sujetos a los caprichos del presidene Xi Jiping, tendrían mucho para contar si no estuviesen obligados a callar, al igual que sus contrapartes rusos. Lo mismo ocurre con los sauditas arrestados a fines del 2017 por el príncipe heredero, Mohamed Salmán. El pecado original de esos regímenes fue la legislación flexible o la ilegalidad que existía cuando las fuerzas del mercado fueron liberadas.

En Rusia, comenzó con las privatizaciones de mediados de los 90, en las que activos del país fueron subastados a precios irrisorios. Los oligarcas de esa primera generación tenían influencia en el Kremlin hasta que Putin cambió de rumbo, y una nueva ola de magnates recibió lucrativos contratos del Estado. El trato era que mientras estuviesen alejados de la política, el Gobierno les dejaría en paz, aunque Putin mantiene una pesada cachiporra sobre sus cabezas.

En el caso de China, Rupert Hoogewerf, presidente de Hurun Report, firma que publica listas de millonarios globales, recuerda los "cinco colores" que se habrían usado en los 90 para...

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