El desenlace de la huelga

Por Investigador del IEP y docente de la UARMLa huelga magisterial impresiona por su capacidad de convocatoria y su irrupción como movimiento social que, en una primera mirada de los acontecimientos, parece desbordar el marco institucional y sus reglas de juego, tanto las formales como las que se van creando en las negociaciones que se emprenden entre las autoridades y quienes formulan las demandas. Nos topamos, además, con las dificultades para reconocer interlocutores. Entre otras razones porque, junto a los reclamos que se le plantean al gobierno, se encuentra también en disputa la dirección del gremio de maestros y dirigentes con diversas orientaciones, algunas de ellas antidemocráticas, que reclaman ?y en ocasiones logran? establecer una agenda. Es necesario, si tomamos en cuenta la dramática historia del país en las últimas décadas, estar advertidos de ello, pero no incurrir en condenas indiscriminadas como una forma de no comprender lo que está sucediendo. Eso nos puede llevar a situaciones sin salida y hasta a ampliar la capacidad de convocatoria de aquellos a quienes se quiere enfrentar. Sabemos que estamos ante un gobierno débil y en ocasiones errático si nos atenemos a las declaraciones que se disparan en diversas direcciones entre el presidente y sus ministros. Sabemos que la mayoría del Parlamento juega al límite en el cuestionamiento incesante de las decisiones que toma el Ejecutivo. Por otro lado, la decadencia de partidos y gremios que se arrastra desde antes del retorno de la democracia bloquea tanto la representación como el diálogo. La situación que estamos enfrentando obliga a dejar de decir lo mismo una y otra vez y emprender una tarea de reconstrucción política. Ello solo se puede alcanzar si se prescinde de discursos sentenciosos sobre lo que debe hacerse y se desarrolla una estrategia realista que tome en cuenta los actores políticos con los que contamos y el alcance de los cambios que les podemos exigir y que son, relativamente, capaces de lograr. Acaso porque estar ante un despeñadero puede tanto provocar situaciones de pánico como obligar a la lucidez que va por el camino de nuevas ideas y alternativas. En el indiscriminado juego de la ?caza? del ministro o la ministra se van aislando tanto el Ejecutivo como el Parlamento. En la falta de comprensión de lo que ocurre en la sociedad por parte del gobierno y de su incapacidad para actuar sobre ella encuentran oportunidad nuevos actores, algunos, inclusive, por fuera...

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