Corrupción y proceso
| Autor | Roxana Jiménez Vargas-Machuca |
| Páginas | 629-650 |
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Corrupción y Proceso
R J V-M
“Escribe Critolao que, procedentes de Mileto, llegaron a Atenas unos
embajadores de Mileto por un asunto de estado, quizá para solicitar
ayuda. Entonces los abogados, a los que les había parecido oportuno
nombrar para que hablaran en su favor, defendieron ante el pueblo la
causa de los milesios, tal como se les había encargado. Demóstenes
contestó duramente a las peticiones de los milesios, asegurando que éstos
no merecían tal ayuda y aquello no era una cuestión de estado. El asunto
se pospuso para el día siguiente. Los embajadores fueron a casa de
Demóstenes y le rogaron con gran ahínco que no hablara en contra de ellos.
Demóstenes les pidió dinero y recibió la cantidad que solicitaba.
Al día siguiente, cuando empezó a debatirse nuevamente el asunto,
Demóstenes se presentó ante el pueblo con una gran bufanda de lana
arrollada al cuello y la nuca, e hizo saber que padecía de una
(angina), por lo que no podía hablar contra los milesios. Entonces uno
del pueblo exclamó que no era lo que Demóstenes padecía,
sino de (enfermedad de la garganta producida por la plata).
El propio Demóstenes, como cuenta el mismo Critolao, tampoco
mantuvo en secreto más tarde esta historia, sino que incluso se la arrogó
como motivo de orgullo. En efecto, habiéndole preguntado a Aristodemo,
un actor teatral, cuánto había recibido por su actuación, como éste le
respondiera que un talento, Demóstenes hizo el siguiente comentario:
“Pues yo recibí más por callar”.
(Aulo Gelio en Noches Áticas, XI, 9).
1 Profesora de derecho civil y arbitraje en la Universidad de Lima y en la Universidad de Piura.
ROXANA JIMÉNEZ VARGASMACHUCA
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1. INTRODUCCIÓN
Para Kant, el valor moral de una acción reside en la intención con la que esta
se haya realizado (lo que importa es el motivo, que consiste en hacer lo que se debe
porque es lo debido), y no en las consecuencias que de ella se desprendan. Así,
si el interés propio es el motivo por el cual se hace algo y no el deber, tal acción
carecerá de valor moral.
El siguiente ejemplo ilustra la diferencia entre el deber y la inclinación, de
acuerdo al citado pensador: “Un cliente inexperto, un niño, digamos, entra en
un colmado para comprar pan. El tendero podría cobrarle de más –cobrarle
un precio más alto que el habitual para el pan- y el niño no se enteraría. Pero
el tendero comprende que, si otros descubren que se ha aprovechado del niño
de esa forma, correría la noticia, lo que perjudicaría al negocio. Por esta razón,
decide no cobrarle de más al niño. Le cobra lo usual. Así, el tendero hace lo que
se debe, pero por una razón indebida. La única razón por la que se ha portado
honradamente con el niño ha sido la de proteger su reputación. El tendero
actúa honradamente solo por interés propio; la acción del tendero carece de
valor moral.”2
El deber ser es un freno a la tendencia de los individuos a colocar sus intereses
propios por encima de todo lo demás. Es una autolimitación, a veces espontánea,
a veces inducida/impuesta. Pero cuando por diversas razones esa contención se
aligera, se relativiza, se rompe, como ocurre en el juego perverso del poder, el
individuo incurre en conductas de corrupción, las que —a su vez— modican
su pensamiento y su racionalidad, en un círculo vicioso en el que las conductas
alimentan a su cerebro y este —modicado— estimula la realización de más
conductas de ese tipo3.
Cuando la patología de la corrupción se expande en una sociedad, la destru-
ye, desmoraliza y cierra el horizonte que sus integrantes, siendo este fenómeno
particularmente infame en el ámbito de la Justicia.
En este breve texto se abordará la corrupción como concepto general y sus
efectos, así como el funcionamiento de la mente alcanzada por la corrupción, y
la luz de esperanza respecto de la reversión de este proceso; luego se realizará una
aproximación a la corrupción en el plano de la Justicia, tanto a nivel organizacio-
nal como respecto de sus manifestaciones al interior de los procesos, esbozando
algunas propuestas.
2 Immanuel Kant, Groundwork for the Methaphysics of Morals (1785), traducido por H.J. Harper
Torchbooks, Nueva York, 1964, p. 397. Citado por SANDEL, Michael J. Justicia ¿Hacemos lo que
debemos? España, Debate, tercera edición 2015, segunda reimpresión 2018, pp. 130 – 131.
3 La neurociencia ha estudiado el impacto de las conductas corruptas en el cerebro, el que es modi-
cado por estas.
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