Cicatriz de la infancia

Por Gabriel Daly*Editor de Informes Especiales@Gabrieldaly @arianalirad @elomzHasta los años setenta, si un niño se portaba mal en clase, la profesora tenía plena libertad de usar una regla de madera y golpearlo en la mano. Se pensaba que esta firmeza era la mejor manera de educar a un niño. Sin embargo, quienes empleaban estos métodos no tomaban en cuenta sus efectos negativos para el desarrollo futuro de los menores. Hoy, en el Perú, la idea de mano dura con los jóvenes sigue vigente, y sus consecuencias se hicieron ver el domingo pasado, cuando un grupo de internos del Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima ?más conocido como Maranguita? se amotinó en protesta por las condiciones en las que viven y por los abusos físicos a los que son sometidos.A raíz de ello, en esta oportunidad analizaremos cuáles son los principales problemas que enfrentan los centros juveniles cerrados en el país. Esto es, aquellos en los que los adolescentes que cometen infracciones son internados.La leyEn el Perú, la ley es clara: los menores de edad no cometen delitos, sino infracciones. Y, por ello, tienen que ser recluidos en un centro especial y no en un penal. Esta política es respaldada por la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, de la que el Perú es parte. La razón detrás de esta es que el menor necesita una atención especializada, dado que no ha alcanzado el nivel de madurez emocional y psicológica de un adulto. Así, la convención establece que si un menor es juzgado y considerado culpable de una infracción, solo debe recurrirse a su internamiento como último recurso y nunca en las mismas prisiones que las personas adultas. Por esta razón, muchas pandillas y extorsionadores suelen recurrir a menores y valerse de ellos para cometer sus crímenes. El año pasado, El Comercio reportó una operación policial que puso al descubierto cómo diversas bandas criminales reclutaban adolescentes y los entrenaban en terrenos que fungían de ?escuelas para sicarios?. Un caso similar ocurrió este miércoles, cuando la policía desarticuló una banda en San Juan de Lurigancho que tenía entre sus integrantes a dos menores de edad.EspacioUno de los principales problemas que enfrentan los centros juveniles cerrados es la sobrepoblación. En los últimos 8 años, el número de internos ha aumentado en más del 100%, y actualmente son 1.869 los jóvenes recluidos en estos centros. De los nueve que existen en el país, siete exceden su capacidad.JUECESLa...

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