Caso modélico de reestructuración

AutorEsteban Carbonell O'Brien
Cargo del AutorAbogado

Michael Hammer y James Champy,230 en el capítulo 1 de su libro Reingeniería231, mencionan de paso el tema de la crisis empresarial. El brasileño Rubens P. De Carvalho se ocupó del asunto en El Método Fénix232. En internet se encuentran dispersos algunos artículos. Igual cosa sucede de vez en cuando en periódicos y revistas especializados233.

No se dictan conferencias sobre el asunto. No se dictan cátedras en las universidades, con el rigor suficiente. Nadie quiere oír, hablar o escribir sobre crisis.

¿Es que no existe crisis empresaril? ¿Es éste un asunto de poco calado que no merece ser tratado? Ni una cosa ni la otra. El tema de la crisis empresarial es el gran tema gerencial en todos los tiempos, pero sobre todo en tiempos turbulentos como los nuestros.

El tema de la crisis -de cualquier crisis- pertenece a una categoría especial: a la de dolor, la desesperanza, la incertidumbre, la angustia, el infortunio, la frustación, la desazón, el cambio forzoso y, muchas veces, intempestivo.

Para la mayoría de las personas, crisis significa destrucción desempleo, pobreza, conflicto, muerte, rompimiento, secuestro, guerra, bancarrota, hambre, drama o llanto.

La crisis son el punto de quiebre entre las viejas y las nuevas cosas. Es el rompimiento en mil pedazos de la armonía cotidiana, del equilibrio actual de fuerzas. Es la transición entre el reposo y la turbulencia. Sólo hay armonía antes y después de las crisis. Nunca durante ellas.

Queremos subrayar que crisis también significa cambio. El mundo cambia a través de las crisis. Sin ellas todo sería siempre igual. Lo mismo sucede con las crisis personales: dentro de unos años un adulto será poco más o menos la misma persona que es hoy, excepto por las crisis que haya vivido, pero sobre todo por la forma como haya respondido frente a ellas.

Definimos crisis como cualquier cambio calificado como desfavorable por quien lo padece. Por lo tanto, toda crisis es personal. Si un acontecimiento no afecta a una persona o a un conglomerado de personas no la llamaremos crisis.

Un terremoto, una guerra, un acto terrorista, al destrucción de una cosecha, la pérdida del empleo, la enfermedad o muerte de una persona cercana, la bancarrota empresarial, los accidentes de tránsito...son todos acontecimientos desfavorables según el criterio de quien los vive. Son, por lo tanto, formas de crisis.

El nacimiento de un bebé, una herencia, el amor correspondido, la inauguración de un hospital o de un medio masivo de transporte, la designación para un cargo bien remunerado, un buen negocio, un romance recién iniciado ...con acontecimientos favorables para quien los vive y no pertenecen a la categoría de crisis.

Como la crisis es dolorosa e impone cambios rotundos de rumbo, se piensa y se escribe poco sobre ella. No se plantean métodos para enfrentarla adecuadamente. Se sabe poco sobre crisis general y sobre crisis empresarial en particular. Carecemos de una cultura de la crisis.

El libro que tiene en sus manos busca empezar a crear esa cultura. Trata sobre crisis empresarial, está escrito por alguien que el transutar de su vida profesional vive la necesidad de volcar sus incipientes conocimientos legales a favor de las mayorías.

Lo que se expone es este texto es útil para hacer viables empresas en crisis de supervivencia. Pero también lo es para que los empresarios prósperos aprendan de las experiencias ajenas, pues como la sentencia la primera ley de la crisis: "Tarde o temprano su empresa estará en crisis".

A 1.- Hacia una etiología de la crisis empresarial

Etiología según lo enunciado por el Diccionario de la Real Lengua española significa el estudio sobre las causas de las cosas. Ello, buscaremos realizar a lo largo de este estudio.

Toda empresa es:

  1. un conglomerado de públicos que buscan un beneficio económico individual

  2. mediante la explotación de una actividad económica (el negocio)

  3. bajo la conducción de un gerente y

  4. dentro del marco de un entorno empresarial.

Se refiere esta definición a cualquier empresa, de cualquier tamaño, de cualquier sector, con o sin ánimo de lucro. Usamos la palabra conglomerado como sinónimo de grupo. Este conglomerado o grupo estará más o menos aglutinado dependiendo de los resultados económicos que obtenga la empresa.

Definimos público como un grupo de personas a quienes las une un propósito económico común.

Los públicos que constituyen la estructura de cualquier empresa son seis: los clientes, los dueños (socios o accionistas), el Estado, los acreedores, los trabajadores y los proveedores.

Se espera que la dirección hacia la cual se dirige la empresa sea la culminación de una misión y de un plan de acción claramente establecidos, lo cual muchas veces no se hace.

Por su parte, los seis públicos conforman la estructura viva, el alma económica de la empresa.

Más allá de sus cuatro paredes, la empresa se desenvuelve en un ambiente, en un mundo exterior, bajo unas coordenadas de espacio y de tiempo, es decir, dentro de unas circunstancias externas que llamaremos el entorno empresarial.

El gerente aparece por fuera de la empresa, en el mundo exterior. Queremos significar con ello la responsabilidad enorme que le cabe de mantener a la empresa adaptada a los cambios que ocurren en el entorno, de mostrarle en cada momento a la empresa el camino que debe transitar para alcanzar sus propósitos.

Esta definición describe los elementos constitutivos de cualquier empresa y de ella se desprenden unos corolarios.

Primer corolario: Toda empresa es un conglomerado de patrimonios ajenos, menos uno: las utilidades acumuladas

Cada uno de los seis públicos que conforman la empresa le aportan a sus arcas una porción de su propio patrimonio. La suma de estos patrimonios externos, aportados por los públicos, forma una nueva masa económica: el patrimonio empresarial.

El único patrimonio propio de la empresa son las utilidades acumuladas. Todos los demás patrimonios son, no sólo externos, sino ajenos. En ningún momento le pertenecen a la empresa sino al público que lo aportó. La empresa, en cabeza del gerente, es sólo la administradora de esos patrimonios ajenos.

A cualquier fecha, en el patrimonio de cualquier empresa se encuentran todos estos patrimonios ajenos o por lo menos algunos de ellos. En realidad son pasivos que tiene la empresa con cada uno de sus públicos, así la contabilidad no los registre de esa manera.

La primera de estas obligaciones, el primer patrimonio ajeno, es el capital, o sea el aporte que hicieron los socios o accionistas para echar a andar la empresa. El capital le pertenece al público de los socios o accionistas, no a la empresa. Está en poder de la empresa sólo temporalmente. Tarde o temprano tendrá que devolvérselo a sus dueños con el incremento correspondiente a los rendimientos que este capital haya producido.En este sentido, el capital de la empresa aportado por los dueños es, con toda exactitud, un pasivo, el primero de los patrimonios ajenos que maneja la empresa.

A cualquier fecha, por otra parte, la empresa le debe dinero a sus trabajadores por concepto de nómina o de prestaciones causadas y no pagadas. Este patrimonio ajeno hace parte temporalmente del patrimonio de la empresa, pero tendrá que ser cancelado tan pronto como se cumpla la próxima quincena o se termine cada contrato laboral.

Así pues, los pasivos laborales, y entre ellos el pasivo con el gerente, constituyen el segundo de los patrimonios ajenos que maneja la empresa.

Igual sucede con los proveedores. Existe un rubro en los pasivos donde figuran las cuentas por pagar a quienes suministran las materias...

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