El cascarón de la democracia

La continua tensión de la situación en Egipto ha hecho perder el foco de lo que suscitó el enfrentamiento en primer lugar: el proyecto de Constitución redactado por una Asamblea Constituyente dominada por los islamistas (de cuyas filas proviene el presidente Mohamed Mursi) y que el país habrá de votar en un referéndum este 15 de diciembre.

A este proyecto se oponen los movimientos de cristianos y laicos ?grupos que, de hecho, abandonaron la Constituyente?. La razón de su oposición es que el proyecto abre una puerta que, si bien es ambigua, dependiendo de quiénes sean los encargados de interpretarla, podría servir luego para imponer las provisiones de la sharia (ley islámica) como normas jurídicas del Estado Egipcio.

Más allá de los desenvolvimientos específicos que la situación pueda acabar teniendo (parece haber entrado algo de oxígeno con el retroceso que el presidente Mursi dio ayer al eliminar el decreto que lo blindaba de decisiones judiciales), el tema resulta importante por las cuestiones que plantea respecto de la naturaleza de la democracia y de los peligros de sus desviaciones.

Así, el presidente Mursi, quien está empujando la celebración del referéndum, ha planteado las cosas en términos que, a primera vista, parecerían sensatos y democráticos: que sea la mayoría quien decida este 15. El asunto, sin embargo, adquiere otro cariz cuando uno toma consciencia de que no es en absoluto descartable que la mayoría pueda acabar decidiendo, por ejemplo, que todas las mujeres ?las que crean en ello y las que no? tengan que cubrirse los rostros para salir a la vía pública.

La verdad es que Mursi y los grupos islamistas que lo apoyan están tergiversando lo que es la democracia, al hacer como si siempre que hubiera una mayoría a favor, lo que sea que resulte de esta mayoría ?aunque ello sea una república con tintes teocráticos? será democrático. La democracia real, no nos cansaremos de decirlo, va mucho más allá que la pura forma ?las elecciones? con la que alrededor del mundo, y a través de la historia ?desde los nazis hasta los islamistas egipcios o nuestro propio Movadef?, diferentes grupos intentan justificar sus propuestas totalitarias. La democracia tiene un fundamento del que no se puede desligar. Sin este fundamento, lo que hay en las elecciones no es democracia, sino solo el cascarón roto de esta. Por ejemplo, una Constitución que crease la esclavitud, aunque fuese solo para una única persona, nunca sería democrática, aun cuando fuese...

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