La angustia del eterno retorno

Muchos de los resultados del proceso de descentralización emprendido a inicios de la década pasada han dejado al desnudo la debilidad institucional a lo largo del país. Bajos niveles de ejecución de la inversión pública y aún menores niveles de eficiencia, corrupción extendida, caudillismo rampante y demagogia orgánica ocupan los espacios políticos en varios distritos, provincias y regiones. En este contexto, la reciente decisión del Congreso de la República de prohibir la reelección inmediata de alcaldes y presidentes regionales ?desde ahora llamados gobernadores regionales?, lejos de contribuir a fortalecer la institucionalidad política del país, perfora el sistema de incentivos de las autoridades, limita la viabilidad de proyectos de largo plazo y la construcción de alianzas políticas ?asunto especialmente grave en ausencia de partidos fuertes?, ignora la acumulación de experiencia técnica y coarta la libre elección de los ciudadanos.Decimos, en primer lugar, que la eliminación de la reelección inmediata de autoridades distorsiona el sistema de incentivos políticos porque suprime la posibilidad de que una buena gestión sea recompensada con votos en los comicios siguientes. Más allá, por un lado, del aprovechamiento populista del cargo público para ganar simpatizantes, y, por otro, de los incentivos intrínsecos que el servicio público debería forjar, lo cierto es que parte de la fórmula del éxito de la democracia descansa sobre la promesa tácita de que una autoridad política que cumple con las expectativas de los electores tiene mejores oportunidades de permanecer en el poder ?o cuanto menos las tiene la agrupación política a la que representa?.En otras palabras, sin reelección, los incentivos para hacer una buena gestión son menores. En segundo lugar, en ausencia de partidos políticos estables y con ideología sólida, las nuevas reglas de juego reducen la posibilidad de que proyectos o reformas de gran envergadura ?que tomarían más de una gestión? se planteen y ejecuten. Tanto en Lima como fuera de la capital está arraigada la tentación de desconocer los resultados y proyectos de gestiones anteriores que en ocasiones más excepcionales que regulares se continúan.Otro punto, el tercero: en un país en que el capital humano del sector público adolece de varias limitaciones, parece insensato forzar que administraciones que habían acumulado experiencia y capacidades técnicas...

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