El análisis como reconstrucción orientada a la resolución

AutorFrans H. Van Eemeren
Páginas139-166
Capítulo 6
El análisis como reconstrucción
orientada a la resolución1
1. LA NECESIDAD DE RECONSTRUIR EL DISCURSO ARGUMEN-
TATIVO
Por distintos motivos, en general, la realidad del discurso argu-
mentativo no concuerda completamente con el modelo ideal de
una discusión crítica. Por ejemplo, no siempre está instantáneamente
claro qué punto de vista está en cuestión, a quién, precisamente, hay
que convencer de su aceptabilidad y si la diferencia de opinión es
mixta o no mixta. En un gran número de casos los puntos de partida
procedimentales y materiales del intercambio argumentativo son, en
gran medida, considerados como comprendidos, al igual que la divi-
sión entre los participantes de los roles de discusión de protagonista
y antagonista. Por regla general, la argumentación del protagonista
permanece parcialmente inexpresada y las críticas del antagonista
quedan, en gran medida, implícitas, sobre todo cuando el discurso
argumentativo no toma la forma de un diálogo completo. Cuando se
trata de establecer el resultado del intercambio en las prácticas argu-
1 Este capítulo se basa principalmente en van Eemeren y Grootendorst (1992: 13-
102) y van Eemeren et al. (1993: 37-90).
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mentativas reales, las conclusiones a las que se han llegado, a veces,
solo son sugeridas o tomadas por sentada.
A partir de estas sorprendentes observaciones, no puede con-
cluirse que el modelo de una discusión crítica no sea adecuado ni
que el discurso argumentativo sea deficiente. Que el modelo de una
discusión crítica no sea adecuado, se contradice con la validez res-
pecto del problema de las ideas dialécticas expresadas en el modelo
para la resolución de una diferencia de opinión que se discutió en el
Capítulo 4. Que, debido a las desviaciones, el discurso argumentativo
sea automáticamente deficiente, se contradice con las ideas pragmáti-
cas con respecto a la manifestación de la comunicación e interacción
corrientes. Más a menudo que no, el discurso argumentativo real es
implícito e incompleto, redundante y repetitivo, indirecto y ambiguo
y desordenado y complicado, pero esto no quiere decir que no puede
ser instrumental al momento de resolver una diferencia de opinión.
Desde una perspectiva pragmática, los fenómenos que acaban de ser
mencionados pueden ser perfectamente funcionales para el desa-
rrollo del discurso argumentativo en prácticas argumentativas de la
vida real. Por ejemplo, la eficiencia del discurso puede cumplirse al
omitir o dejar implícito lo que es evidente por sí mismo; su claridad al
enfatizar e insistir sobre lo que es vital; su fluidez al mantener oculto
lo que es descortés o amenaza la imagen; y su naturalidad al lidiar con
las cuestiones en el momento mismo en el que surgen.
Naturalmente, puede que en el discurso argumentativo ciertas
partes indispensables del proceso de resolución permanezcan inex-
presadas o que sean expresadas de manera interminable, encubierta
o desorganizada no solo porque parecen evidentes por sí mismas o
por otras razones respetables, sino que también por negligencia, falta
de responsabilidad e irracionalidad. Esto puede aplicarse igualmente
a la definición de la diferencia de opinión, la división de los roles de
discusión, el establecimiento de los puntos de partida procedimenta-
les y materiales, el avance de las razones en defensa de un punto de
vista, la introducción de los esquemas argumentativos que se utilizan,
la especificación de la relación entre las razones que se avanzan y
la presentación del resultado. En los casos en los que coincide que
la defensa de un punto de vista ocurre mediante un monólogo en
el que solamente una de las partes participa explícitamente, puede
que las perspectivas de la otra parte solo sean presupuestas o citadas

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