El ?pitucómetro?

Por Liuba Kogan. Jefa del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del PacíficoSi crees que todos los pitucos tienen una camioneta 4 × 4, una casa en Asia y por lo menos una foto en altamar colgada en las redes sociales, estás equivocado. Así lo demuestra un estudio que estamos realizando en la Universidad del Pacífico acerca de los jóvenes limeños.Para empezar, encontramos que el pituco siempre es el otro; es decir, nadie se autodenomina pituco. Tal vez porque en la cultura popular el pituco aparece siempre como alguien desagradable (prepotente, indiferente o despectivo), pero digno de envidia (porque compra lo que quiere y se impone). Algo que llamó nuestra atención es que los pitucos existen en todas las clases sociales, no solo en las altas: el pituco es simple y llanamente el que tiene para gastar más que el resto y se hace notar. Puede ser el que come en un restaurante gourmet carísimo o el que pide a la carta en una chingana. Eso no importa. Lo que lo marca como pituco es la distinción relativa: él o ella pueden gastar más que otros con quienes se comparan. El que come a la carta en la chingana puede ser visto como pituco por el que solo puede consumir un menú barato, y el que come a la carta en un restaurante de precios cómodos ve como pituco al que come en un restaurante de cinco tenedores. La comparación manda.Tener capacidad de consumo ?pero, sobre todo, que otros sepan que uno puede gastar más? es un requisito necesario para ser tildado de pituco. Sin embargo, para ser pituco también hay que parecerlo. Esto es actuar de modo que se haga evidente la diferencia: que se usen...

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