Una tierra ni tan prometida ni tan santa.

Autorde Rivero, Oswaldo
CargoINTERNACIONAL

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Desde que las Naciones Unidas dividieron el antiguo Mandato británico de Palestina en dos estados, uno judío y otro palestino, en 1947, (1) hubo cuatro guerras convencionales entre Israel y los estados árabes que se oponían a esta solución y dos importantes conflictos armados de Israel con la OLP y el Hezbollah en el Líbano. También, dos grandes Intifadas en los territorios palestinos ocupados y un sinnúmero de ataques terroristas, incluyendo suicidas, en Israel. Así, la demanda de sangre y la pirámide de sacrificios humanos no han cesado de crecer en 61 años en estas tierras bíblicas.

Recientemente, hemos presenciado el ataque de Israel a Gaza con artillería pesada y aviones como represalia a la acción aventurera de Hamas de creer que podía renegociar mejor las condiciones de una nueva tregua lanzándole cohetes Kazan. Un ataque desproporcionado de Israel que le costó la vida a más de mil civiles, entre ellos a más de doscientos niños, calificado con certeza por el profesor israelita de relaciones internacionales, Avi Shlaim, como: "Pedir un ojo por una pestaña". (2)

Nadie niega que Israel tiene el derecho de defenderse, pero para muchas personalidades judías, para la mayoría de la opinión pública mundial y sobre todo para la Cruz Roja Intemacional, tutora de las Convenciones de Ginebra, este derecho no le permite pulverizar civiles y niños. Al final, Israel no ha obtenido ninguna ganancia estratégica, sino solo una mala imagen internacional. Hamas tampoco ha ganado nada: hoy sigue siendo el administrador de una franja urbana en ruinas con 50% de desempleo, a merced de la ayuda humanitaria. (3)

La intención de este artículo no es exponer el conflicto israelí/palestino al estilo de la prensa internacional y local, que solo narra y juzga la violencia armada de turno sin explicar por qué después de tantos aros de negociaciones de paz entre Israel y los palestinos estallan conflictos como el ocurrido el año pasado en el Líbano y ahora en Gaza.

Para explicar lo que no se explica, comenzaré diciendo que no existe ganador en este último acto de violencia de la saga sangrienta entre israelíes y palestinos. Que, después de Gaza, lo único que existe es un perdedor, y este es el sueño de ver dos estados, uno judío y otro palestino, conviviendo, uno al lado del otro, en paz y seguridad. Este sueño comenzó con los Acuerdos de Oslo, en 1993, cuando por primera vez, después de 45 aros de hostilidades, la OLP liderada por Arafat y los principales países árabes que la apoyaban, aceptaron, por fin, la existencia del estado de Israel y la fórmula de dos estados, propuesta por las Naciones Unidas desde 1947.

Desde los Acuerdos de Oslo, la fórmula de los dos estados ha sido el centro de las negociaciones bilaterales entre Israel y la...

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