Prólogo

AutorFernando De Trazegnies
Páginas13-22

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A mediados del S. XVII, es decir, hace casi 350 años, un hombre particularmente perspicaz y lúcido escribía como prefacio de un libro: «Lector, te prometo aquí algunas cosas que, por el hecho de ser comúnmente prometidas, no parecen merecer mayor atención y las coloco ante tus ojos para que consideres la dignidad y el provecho de la materia tratada o el motivo honesto y el buen consejo para emprender esta tarea o, por último, la modestia del Autor»1. Su propósito era describir la forma como se organiza la sociedad humana; y lo hace de tal manera que aún hoy en día, después de los cambios fundamentales que se han producido en la vida de los hombres en los últimos siglos y aún más espectacularmente en las últimas décadas, sus palabras todavía nos ilustran sobre la forma y las razones de que los hombres se organicen constituyendo un Estado y dándose un Derecho. Este personaje singular que como un vigía avezado otea el horizonte de los siglos y da aviso de lo que ve a las generaciones futuras es Thomas HOBBES, cuya relectura atenta nos abre cada vez nuevas y fructíferas perspectivas. Page 14

El camino que recorre HOBBES para llegar hasta la organización de la sociedad comienza con una Psicología, sigue con una Sociología para terminar en una Política y un Derecho. Nos dice que para comprender la sociedad es necesario «entender perfectamente cuál es la naturaleza humana, en qué es apta o inepta para constituir un Estado y cómo los hombres deben ponerse de acuerdo si quieren vivir dentro de un Estado con fundamentos sólidos»2.

Para HOBBES, el hombre natural actúa en función de sus apetitos que lo atraen hacia ciertos bienes y circunstancias y de sus aversiones que lo alejan de otros. El apetito fundamental es el deseo de obtener cada vez más poder. Pero debemos tener mucho cuidado con este término. No se trata de meramente de un poder político. HOBBES se refiere al poder como dynamos, como capacidad, como posibilidad de acción. En este sentido, el poder es la condición de la libertad: no es posible ser libre si no se tiene capacidad de acción respecto de cada una de las alternativas. No puedo decir que tengo la libertad de escoger entre irme en este momento a la Luna o no, porque no tengo poder (capacidad) de irme a la Luna. La libertad supone siempre información y capacidad. En este sentido, la búsqueda de mayor poder significa la búsqueda de mayores esferas de libertad, de una libertad más plena. Varios siglos más tarde, NIETZSCHE, que fue indudablemente un gran lector de HOBBES, retoma esta idea cuando afirma que el más importante y esencial apetito del hombre es su voluntad de poder, que recibe el nombre de libertad3. Dentro de este orden de ideas, el hombre tendrá apetito por la inteligencia, el saber, la salud, la riqueza, etc.; y tendrá aversión contra la estupidez, contra la ignorancia, contra la enfermedad, contra la pobreza, etc4. Porque la realización de todos esos apetitos le dan más poder, más capacidad de elección sobre lo que hará con su vida; en cambio, todas esas aversiones se refieren a situaciones o hechos que implican un recorte de poder, una reducción de la capacidad de acción. NIETZSCHE plantea algo semejante: «Todo lo que sucede y toda intención se pueden reducir a la intención de aumentar el poderío»5; y agrega: «La voluntad de acumular fuerzas es algo indispensable para el fenómeno de la vida, para la nutrición, la generación, la herencia, para la sociedad, el Estado, las costumbres, la autoridad»6. Page 15

Esta perspectiva de HOBBES -que puede inquietar a algunas personas moralmente escrupulosas- ha sido empañada por una leyenda negra que se ha construido sobre ella. Así es frecuente escuchar que HOBBES concibe al hombre como un ser egoísta, desconsiderado, materialista, amoral, que se encuentra siempre en guerra con todo el mundo por lograr más poder. Sin embargo, nada está más lejos del pensamiento hobbesiano. Porque el hombre sería así, dice HOBBES, si no tuviera una facultad adicional que precisamente se encarga de crear un orden y de liberar a la humanidad de Leviatán, es decir, del caos. Y esa facultad es la razón. Por consiguiente, el mundo hobbesiano no está poblado de monstruos egoístas que persiguen ciegamente su interés aplastando a quien se encuentre en su camino sino de seres racionales que tienen ciertos objetivos individuales y que para lograrlos se organizan en un orden. Sin ese orden, decía HOBBES, la libertad (el apetito de poder) se encuentra perjudicada porque al tratar todos a la vez de conseguir la mismas cosas terminan simplemente peleando al más bajo nivel y, lejos de aumentar sus posibilidades de elección, éstas disminuyen. Si dejamos actuar a la libertad sin ningún tipo de regulación «no habrá propiedad, no habrá dominio, no habrá distinción entre lo tuyo y lo mío»7. Y en tal condición, agrega «no hay lugar para la industria porque no se tiene seguridad sobre el fruto del trabajo; y, consecuentemente, no hay cultura […]; no hay conocimiento sobre la faz de la tierra; no hay una toma de conciencia del tiempo; no hay artes; no hay letras; y, lo que es peor de todo, hay solamente miedo permanente y peligro de muerte violenta; y la vida del hombre es solitaria, pobre, sucia, brutal y corta»8. Paradójicamente, entonces, la regulación y el orden no recorta la libertad y la capacidad sino que más bien la libera de trabas y la posibilita a niveles superiores de la acción humana.

Ahora bien, ¿en qué consiste esa razón que lleva al hombre a organizarse para ser más libre? No es ciertamente una razón moralista que equivaldría a un instrumento para llegar a comprender valores superiores y permanentes, cuyo establecimiento es ajeno a la actividad de cada individuo. Los individuos definen siempre su propio bien. La razón es, entonces, como la denomina HOBBES de manera muy precisa, una «facultad de cálculo». La razón no le dice al hombre lo que debe buscar sino cómo lo puede buscar, cuál es la forma más eficiente para lograr lo que quiere, cuáles son los mejores caminos para realizar sus intereses en medio de esa lucha competitiva -aunque organizada para que no desborde acabando...

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