La noche en que Latinoamérica celebró

Su elección fue para muchos una sorpresa. Durante los días anteriores al cónclave los vaticanistas auguraban que el reemplazante de Benedicto XVI vendría del Viejo Continente. En ese grupo los italianos eran los candidatos más fuertes a ocupar la silla de San Pedro. La prensa sensacionalista también lanzó sus favoritos. Para ellos el Sumo Pontífice vendría del África y jugaban con titulares sobre “el Papa negro”. Por eso, cuando desde el balcón papal el cardenal Jean Louis Tauran señaló que el elegido era Jorge Mario Bergoglio, no fueron pocos los sorprendidos.

“Rápidamente su elección generó gran entusiasmo entre las cien mil personas que abarrotaron la plaza [de San Pedro] durante toda la semana. Los detalles del nuevo Papa motivaron que se pasara del estupor por la elección al entusiasmo”, señaló a El Comercio Andrés Beltramo, periodista argentino afincado en el Vaticano y autor del libro “De Benedicto a Francisco. Los 30 días que cambiaron la Iglesia”. “Inmediatamente cuando sale dice: ‘Buona sera’ (Buenas noches), un saludo muy cordial en Italia que hizo que la gente se sintiera en confianza”, explicó.

Pero ni la sorpresa ni el entusiasmo paralizaron a nadie. Esa noche del 13 de marzo las cámaras de televisión ubicadas en la Plaza de San Pedro de Ciudad del Vaticano empezaron a enfocarse en las banderas latinoamericanas que empezaban a flamear con energía. Esas banderas agitándose no hacían más que prever el movimiento que empezaba a gestarse en América Latina. Y es que la elección de un Papa “del fin del mundo” no podía dejar de causar furor en su región natal.

una fiesta argentina

“Como si se tratara de un gol de oro en la final del Mundial”, así describió “La Nación” de Argentina la elección del primer Papa de su país. El inicial silencio que generó el anuncio no demoró en transformarse en gritos de alegría y euforia. Buenos Aires dejó ver a jóvenes celebrando desde su balcones, a automovilistas armando un concierto de bocinas, a extraños abrazándose. Polos con su imagen y leyendas como “Vengo del fin del mundo” y “Bergoglio, el Papa argentino” no demoraron en ser puestos a la venta. Los bonaerenses celebraban un triunfo que consideraban ciento por ciento argentino.

Y es que en las calles de Buenos Aires era posible escuchar conversaciones de personas que habían acudido a los Te Deum celebrados en la Catedral, de fieles que habían sido casados por el Papa recién nombrado, de gente que había compartido el bus con el nuevo Pontífice en alguna oportunidad. Fue justamente en la Catedral de la capital argentina donde se concentró la celebración.

“Habemus papam y es el querídisimo arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Mario Bergoglio, a quien hoy regalamos al mundo entero como Francisco. Que Dios, nuestro Señor, lo haga feliz en la Tierra y lo conserve durante muchos años. ¡Viva el Papa!”, pronunció en medio de una ensordecedora ovación el vicario general de la Arquidiócesis de Buenos Aires, Joaquín Sucunza.

Una emoción similar se vivió en la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, ubicada en la Villa 21-24. En esa empobrecida zona de Buenos Aires, Bergoglio era un visitante frecuente. Esos vecinos que habían recibido la primera comunión o la confirmación de manos del nuevo Papa no podían contener la emoción. Las fotos con Francisco eran mostradas como garantía de que el Papa sabe lo que es la pobreza.

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