Elementos políticos del proceso de delimitación marítima peruano-chileno

AutorAlejandro Deustua
CargoAbogado de la PUCP
Páginas107-126
Elementos políticos del proceso de delimitación marítima
peruano-chileno
Alejandro Deustua
1. Las políticas del proceso ante la Corte
1.1. La política de «opción de paz»
La política que enmarcó el proceso de delimitación marítima iniciado por el Perú
ante la Corte Internacional de Justicia se denió como una «opción de paz» y no
como un sencillo proceso de solución pacíca de controversias.
Al ser esta política tan instrumental como el proceso mismo y tan idealista como la
abstracción que planteaba (la «paz» con Chile, en lugar de un satisfactorio resultado
propio del mecanismo de solución de controversias), su contenido nunca fue de-
nido públicamente.
Lo que cabe, por tanto, es la exégesis de lo que esa opción pretendía, en el entendido
de que no se trataba solo de una formulación retórica. Y ello parecía implicar algo
más que mantener una relación de normalidad bilateral mientras durase el proceso.
Es probable que la decisión de denominar así esa política pudiera derivar de la forma
como Chile reaccionó a la demanda peruana en 2008 al señalarla como un acto inamis-
toso y hasta hostil. Una «opción de paz» parecía entonces razonable. Pero si la interpre-
tación de la misma implicaba la necesidad de evitar y/o minimizar todas las opciones de
conicto (guerra, incidentes armados, escalamiento de una percepción predominante
de relación conictiva o cualquier otra hipótesis de fricción mayor) mientras se opti-
mizaba en el Perú la expectativa de éxito, ello expresaba al público la seguridad de un
resultado superior. En los hechos ello implicaba quizás algo más complejo: tranquilidad
mientras durase el proceso, conanza en el liderazgo y esperanza de una mejor relación
con Chile luego de resolver la totalidad de nuestra problemática limítrofe.
Agenda Internacional
Año XXI N° 32, 2014, pp. 107-126
ISSN 1027-6750
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Así, si en el Perú parecía claro que el complejo esfuerzo de la delimitación marítima
era un precio a pagar por la satisfacción de un interés nacional válido en sí mismo (el
establecimiento de límites marítimos denitivos con Chile), la eliminación del obs-
táculo que implicaba la controversia limítrofe tendría un efecto de cohesión política
interna, potenciador de las instituciones del Estado involucradas y promotor de una
mucho mejor relación entre adversarios que, sin embargo, hacía un tiempo habían
descubierto las ventajas de la complementariedad.
Por lo demás, en tanto la situación existente (concentrada en la menudencia del pro-
ceso explotada por los medios), no podía desprenderse, en la comprensión general,
de la carga psicológica y cultural remanente de la guerra del Pacíco en un contexto
real de competencia por el dominio del Pacíco Sur sudamericano, el resultado de la
«opción de paz» sería mayor. La eliminación de esa carga subjetiva debería también
disolverse de cara al resultado.
En consecuencia, por lo que pretendía, la «opción de paz» implicaba cumplir con
estándares altos en la satisfacción del interés nacional. Esto es, no cualquier resultado
cumpliría con los objetivos implícitos de esta política.
Ello implicaba que las interpretaciones populares, populistas, oportunistas o simple-
mente ignorantes de esta política (como la que sostenía que dado que el Perú no tenía
nada que perder, cualquier ganancia era buena o, alternativamente, que el éxito solo
podía ser equivalente al triunfo total) debían quedar descartadas y que la sensación
de victoria debería ser clara.
Sin embargo, la necesidad de descartar estas alternativas no fue afrontada decidida-
mente quizás porque un alto nivel de expectativas se había consolidado ya alrededor
de las fortalezas de la posición peruana. En efecto, si las políticas públicas se diri-
gieron, de manera no matizada, a orientar entusiastamente las expectativas hacia el
lado de las fortalezas en función de la cohesión nacional en un asunto no bélico, la
preocupación por indagar cuál sería el resultado con el que la ciudadanía se daría por
satisfecha fue un esfuerzo menos claro.
Con el respaldo de la opinión pública más o menos consolidado, la gran mayoría
de las encuestas parecían focalizarse entonces, por ejemplo, en cuestiones como la
conanza que los ciudadanos peruanos tenían en el manejo del resultado por Chile
(aquí la pregunta dominante giraba en torno a si Chile cumpliría con la sentencia y
en qué grado lo haría).
Por lo demás, si la política de la «opción de paz» presuponía que los intereses del Perú
debían ser adecuadamente satisfechos (aunque no en el sentido maximalista de una
victoria judicial plena), la preocupación debió considerar mejor la posibilidad de que

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