Orión es solo una parte del problema

Por Pedro Ortiz Bisso. PeriodistaNo mienten los representantes de Orión cuando afirman ser víctimas de una persecución. Los limeños y chalacos lo tenemos muy claro. Solo quien se siente perseguido puede correr de la manera que lo hacen sus combis y coasters, burlar con tanto descaro semáforos y señales, esquivar sin sonrojarse a la policía de tránsito y dejar tras suyo un reguero de luto, impotencia y desolación.No poder cancelarle la licencia a una empresa cuyas unidades son manejadas por sujetos cuya peligrosidad social debiera ser un caso de estudio en cualquier instituto de salud mental muestra en toda su dimensión el drama del Estado Peruano: una organización enmarañada e inconexa, tan débil que es incapaz de poner en práctica mecanismos de defensa en favor de salvaguardar la integridad física y psicológica de su población.Acabar con Orión representaría, sin lugar a dudas, un gesto encomiable en favor de recuperar la tranquilidad en las calles y el principio de autoridad. Pero si no viene acompañado por un paquete de medidas que haga del transporte una experiencia civilizada, y no un deporte de aventura como sucede a diario, sería apenas un acto para la galería, un buscaaplausos más.Tampoco basta con la reforma del transporte que impulsa la Municipalidad de Lima, con la cual los ?oriones? que quedaron fuera de la licitación de rutas buscarán torpedear con acciones de amparo o alguna de las leguleyadas de costumbre.Orión es solo una parte del problema. Hablamos mucho de combis asesinas o del salvajismo de ciertos conductores de taxis, pero discutimos poco sobre las barbaridades que cometen en cada esquina los choferes particulares.No se oyen...

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