En tiempo Real

Por Guillermo OshiroNunca fueron tan opuestos, nunca tan dispares. El Real Madrid y el Barcelona jamás fueron tan incomparables como ayer. Fue una desigual lucha entre el orden y el desconcierto, entre la eficacia y la inoperancia. De la tranquilidad de Carlo Ancelotti y la desesperación de Gerardo Martino resultó el 2-1 que coronó campeón de la Copa del Rey al Real Madrid. Justo y merecidísimo.No es exagerado decir que el italiano planteó una final perfecta. Movió sus piezas con inteligencia, todo fríamente calculado para hacer que el ya desacreditado juego azulgrana se viera obsoleto y mucho más improductivo. Se arropó con dos líneas de cuatro sin resignar sus posibilidades ofensivas. A Di María lo colocó por derecha, mientras que Bale pasó a jugar de segunda punta para modificar su clásico 4-3-3. Todo tenía sentido con el lesionado Cristiano Ronaldo en la tribuna, porque el argentino y el galés fueron, por velocidad y habilidad, apuestas perfectas para el contragolpe soñado.En esa telaraña que tejió en su campo, Ancelotti supo que la falta de frescura y creatividad de los catalanes sería determinante para no pasar apuros. Así ocurrió tal cual lo planificó. Porque Xavi, Fábregas e Iniesta tuvieron que recorrer muchos metros con la pelota en los pies sin encontrar el pase ideal, sin recibir el OK de sus compañeros en el área madridista.A los 11 minutos, con la fina l en pañales, el Real resolvió la copa. Isco aprovecha el error de Alves en salida para armar la contra que pasa por Bale, Benzema y culmina Di María con una definición perfecta. Una verdadera clase de contundencia ante...

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