Remos pesados

La semana pasada reportamos una situación muy preocupante: la productividad del trabajador peruano se encuentra entre las más bajas de la región. Mientras que en el Perú la producción mensual de un trabajador alcanza los US$1.048, en Ecuador, por ejemplo, esta llega a US$1.281, en Colombia a US$1.366, en Brasil a US$1.566, en México a US$2.051 y en Chile a US$2.769. Solo nos encontramos mejor que Guatemala y Bolivia, cuyos trabajadores producen mensualmente US$699 y US$356, respectivamente. La productividad del trabajo, para decirlo en sencillo, puede ser vista como la fuerza que tiene nuestra mano de obra para impulsar los remos de la nave del desarrollo. Teniendo en cuenta que nuestra economía, pese a nuestra baja productividad, ha logrado crecer más que las de la mayoría del resto de países de América Latina, ¿se imagina, señor lector, qué tanto más podríamos haber avanzado si nuestros trabajadores pudiesen remar tan fuerte como los productivos trabajadores chilenos? La mayoría de especialistas se encuentra de acuerdo con que uno de los principales factores que explican la baja productividad peruana es la falta de educación de nuestros trabajadores. Es decir, si el Estado encontrase vías de lograr que la mano de obra pudiese capacitarse más y mejor en aquellos conocimientos que demanda el mercado, podría dar un importante impulso al crecimiento del país. Sin embargo, desgraciadamente, el Estado parece que se esfuerza por hacer todo lo contrario, ya que en los últimos años no ha hecho más que poner trabas al desarrollo de centros educativos en todos los niveles.Empecemos viendo lo que sucede con la educación primaria y secundaria. En lo que va de este gobierno, no ha habido ninguna reforma importante en este sector. Por el contrario, se retrocedió lo que el gobierno anterior había avanzado en la reforma de la carrera magisterial. Y, para colmo, se sigue manteniendo una serie de normas que dificultan el funcionamiento de los centros educativos privados. Por ejemplo, bajo la absurda creencia de que existe un solo modelo educativo correcto (el que escoge la burocracia), el Estado controla restrictivamente qué deben enseñar los colegios, lo cual dificulta el surgimiento de diferentes programas educativos que compitan entre ellos y que se enfoquen en satisfacer las necesidades de cada...

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